Página 189 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

El instituto de salud
185
necesita cultura personal, refinamiento de modales, y escoger mejor
sus palabras e ilustraciones en sus charlas en el salón.
El Dr. B es altamente sensible y tiene por naturaleza un tempera-
mento rápido e impulsivo. Actúa mucho sin pensar. Se ha esforzado
por corregir su espíritu precipitado y por vencer sus deficiencias,
pero todavía tiene que hacer un esfuerzo mayor. Si ve que las cosas
[202]
marchan mal, se apresura demasiado para decir lo que piensa a los
que están equivocados, y no siempre usa las palabras más apropiadas
para la ocasión. A veces ofende tanto a los pacientes que ellos lo
odian y dejan el Instituto con sentimientos negativos, en detrimento
de ellos mismos y del Instituto. Raramente hace algún bien hablar en
una forma crítica a pacientes que están enfermos del cuerpo y de la
mente. Pero pocos de los que han actuado en la sociedad del mundo
y que ven las cosas desde un punto de vista mundano, están prepa-
rados para oír una declaración de hechos referente a ellos mismos
y presentadas en su presencia. Ni siquiera la verdad debe hablarse
en todo tiempo. Hay tiempos y oportunidades convenientes para
hablar, cuando las palabras no ofenderán. Los médicos no debieran
trabajar en exceso y tener debilitado su sistema nervioso, porque
esta condición del cuerpo no será favorable para tener mentes sere-
nas, nervios firmes, y un espíritu alegre y feliz. El Dr. B ha estado
confinado demasiado fijamente al Instituto. Debería haber tenido un
cambio. Necesita salir de Battle Creek ocasionalmente y descansar
y hacer visitas no siempre profesionales, sino visitar donde pueda
estar despreocupado y donde su mente no esté ansiosa respecto a los
enfermos.
Debiera acordarse a todos los médicos el privilegio de alejarse
ocasionalmente del Instituto de Salud, especialmente a aquellos que
llevan cargas y responsabilidades. Si hay una escasez tal de ayuda
que esto no pueda hacerse, se debería conseguir más ayuda. Tener
médicos que trabajen en exceso y que de ese modo se descalifiquen
para cumplir los deberes de su profesión, es algo que debe temerse.
De ser posible esto debiera evitarse, porque su influencia es contraria
a los intereses del Instituto. Los médicos debieran mantenerse sanos.
No tienen que enfermarse por exceso de trabajo ni por cualquier
imprudencia de su parte.
Se me mostró que el Dr. B se desanima demasiado fácilmente.
Siempre surgirán cosas para fastidiar, confundir y probar la pacien-