Página 196 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La Escuela Sabática
La piedad vital es un principio que debe cultivarse. El poder
de Dios puede cumplir por nosotros lo que todos los sistemas en
el mundo no pueden efectuar. La perfección del carácter cristiano
depende enteramente de la gracia y la fuerza que sólo se encuentran
en Dios. Sin el poder de la gracia en el corazón, acompañando
nuestros esfuerzos y santificando nuestras labores, fracasaremos en
salvar nuestras propias almas y las almas de otros. El sistema y el
orden son altamente esenciales, pero nadie tendría que recibir la
impresión de que harán la obra sin la gracia y el poder de Dios
obrando en la mente y el corazón. El corazón y la carne fracasarían
en el curso de ceremonias, y en llevar a cabo nuestros planes, sin el
poder de Dios para inspirar y dar valor a fin de ejecutarlos.
La Escuela Sabática en Battle Creek llegó a ser el gran tema
de interés para el hermano E. Absorbió las mentes de los jóvenes,
mientras se descuidaban otros deberes religiosos. Frecuentemente,
después que terminaba la Escuela Sabática, el director, una cantidad
de los maestros y un buen número de los estudiantes regresaban
al hogar para descansar. Sentían que su responsabilidad para el día
había terminado y que no tenían ningún otro deber. Cuando sonaba
la campana para la hora del servicio público, y la gente dejaba sus
hogares para ir a la casa de adoración, encontraban una gran cantidad
de los asistentes a la Escuela Sabática que volvían a sus casas. Y por
importante que fuera la reunión, no podía despertarse el interés de
un gran grupo de los miembros de la Escuela Sabática como para
atraerles la instrucción dada por el ministro sobre importantes temas
bíblicos. Mientras que muchos de los niños no asistían al servicio
público, algunos que permanecían no se beneficiaban con la palabra
hablada, porque sentían que era una exigencia fatigosa.
Debiera haber disciplina y orden en nuestras escuelas sabáticas.
Los niños que asisten a estas escuelas deberían apreciar los privi-
legios que disfrutan y se les tendría que exigir que observaran los
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reglamentos de la escuela. Y los padres deberían preocuparse aun
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