Página 208 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
promover su causa, habrían manifestado bondad y amor hacia ellos,
y habrían sentido que sobre ellos descansaba una solemne responsa-
bilidad de mostrar su fe por sus obras, por precepto y ejemplo. Por
intermedio de ellos estas almas podrían haber sido salvas para ser
como estrellas en la corona de su regocijo. Pero, en muchos casos,
la oportunidad áurea ha pasado para nunca más volver. Las almas
que estaban en el valle de la decisión han tomado su posición en las
filas del enemigo y se han vuelto enemigos de Dios y la verdad. Y
el registro de la infidelidad de los profesos seguidores de Jesús ha
ascendido al cielo.
Se me mostró que si la juventud en Battle Creek fuera fiel a
su profesión, podría ejercer una fuerte influencia para bien sobre
sus compañeros jóvenes. Pero una gran porción de la juventud en
Battle Creek necesita una experiencia cristiana. No conocen a Dios
por experiencia. No poseen un conocimiento personal de la vida
cristiana, y deben perecer con los incrédulos a menos que obtengan
esta experiencia. La juventud de esta clase sigue la inclinación antes
que el deber. Algunos no procuran ser gobernados por principios.
No luchan desesperadamente para entrar por la puerta estrecha,
temblando de temor por miedo de no poderlo hacer. Confían en
ellos mismos, son jactanciosos, orgullosos, desobedientes, ingratos e
impíos. Un grupo tal conduce a las almas por el camino ancho que va
hacia la ruina. Si Cristo no mora en ellos, no pueden ejemplificarlo
en sus vidas y caracteres.
La iglesia en Battle Creek ha tenido gran luz. Como pueblo han
sido favorecidos por Dios en forma peculiar. No se los ha dejado en
la ignorancia acerca de la voluntad de Dios hacia ellos. Podrían estar
mucho más adelantados de lo que están ahora, si hubieran caminado
en la luz. No son ese pueblo separado, peculiar y santo que su fe
demanda, y que Dios reconoce y acepta como hijos de la luz. No son
tan obedientes y devotos como su exaltada posición y su obligación
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sagrada como hijos que caminan en la luz requiere que sean. Les ha
sido confiado el mensaje de misericordia más solemne que alguna
vez haya sido dado al mundo. El Señor ha hecho a esa iglesia la
depositaria de sus Mandamientos en un sentido que no se asemeja
a ninguna otra. Dios no les mostró su favor especial confiándoles
su verdad sagrada para que ellos solos pudieran beneficiarse con la
luz que se les dio, sino que la luz reflejada sobre ellos desde el cielo