Página 210 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
de los que profesan ser el pueblo que observa los mandamientos de
Dios. El Señor mira no como el hombre mira. Sus pensamientos y
caminos no son como nuestros caminos.
Las palabras y la Ley de Dios, escritas en el alma y exhibidas
en una vida consagrada y santa, ejercen una influencia poderosa
para convencer al mundo. La codicia, que es idolatría, y la envidia
y el amor al mundo, serán extirpados de los hábitos de los que
son obedientes a Cristo, cuyo placer será hacer justicia, amar la
misericordia y humillarse ante su Dios. ¡Oh, cuánto abarca este,
caminar humildemente ante Dios! La Ley de Dios, si está escrita en
el corazón, pondrá la mente y la voluntad en sujeción a la obediencia
de Cristo.
Nuestra fe es peculiar. Muchos que profesan estar viviendo bajo
el sonido del último mensaje de misericordia no están separados
del mundo en sus afectos. Se inclinan ante la amistad del mundo
y sacrifican la luz y los principios para asegurarse su favor. El
apóstol describe en estas palabras al pueblo favorecido de Dios:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel
que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.
1 Pedro 2:9
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