Página 216 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
los relacionados con la oficina fracasan grandemente en comprender
la importancia y el carácter sagrado de la obra. El orgullo y el
egoísmo existen en muy alto grado, y los ángeles de Dios no se
sienten atraídos a la oficina como lo estarían si los corazones fueran
puros y estuviesen en comunión con Dios. Los que trabajan en la
oficina no han tenido un sentido vivido de que las verdades que
estaban manejando eran de origen celestial, ideadas para cumplir
una obra verdadera y especial, como lo hizo la predicación de Noé
antes del Diluvio. Así como la predicación de Noé amonestó y
probó a los habitantes del mundo antes que las aguas del Diluvio los
destruyeran y barrieran de la faz de la tierra, de la misma manera
la verdad de Dios para estos últimos días está haciendo una obra
similar de amonestar y probar al mundo. Las publicaciones que
salen de la oficina llevan el sello del Eterno. Están siendo esparcidas
por toda la tierra y están decidiendo el destino de las almas. Ahora
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se necesitan grandemente hombres que puedan traducir y preparar
nuestras publicaciones en otros idiomas de modo que el mensaje de
amonestación pueda ir a todas las naciones y probarlas mediante la
luz de la verdad, para que los hombres y las mujeres, al ver la luz,
puedan apartarse de la transgresión y volverse a la obediencia de la
Ley de Dios.
Debiera aprovecharse cada oportunidad para extender la verdad
a otras naciones. Esto se verá acompañado de gastos considerables,
pero los gastos de ninguna manera debieran obstruir el rendimiento
de esta obra. Los recursos son de valor sólo cuando se usan para
promover los intereses del reino de Dios. El Señor les ha prestado
medios a los hombres precisamente con este propósito, para usarlos
en enviar la verdad a sus semejantes. Hay una gran cantidad de
recursos sobrantes en las filas de los adventistas del séptimo día. Y
el hecho de rehusarlos egoístamente a la causa de Dios está cegando
sus ojos a la importancia de la obra de Dios, haciendo que les sea
imposible discernir la solemnidad de los tiempos en que vivimos, o
el valor de las riquezas eternas. No ven el Calvario en su debida luz,
y por lo tanto no pueden apreciar el valor del alma por la cual Cristo
pagó un precio tan infinito.
Los hombres invertirán recursos en lo que más valoran y en
lo que piensan que les reportará mayores ganancias. Cuando los
hombres corren grandes riesgos e invierten mucho en empresas