Página 231 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Peligros y deberes de la juventud
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en el mundo mejor pueden verse comprometidas. Muchos jóvenes
reciben la impresión de que sus primeros años de vida no son para
llevar cargas, sino para malgastarlos en deportes ociosos, en bromas
y en indulgencias insensatas. Mientras están ocupados en tonterías y
en la satisfacción de las exigencias de los sentidos, algunos piensan
únicamente en la gratificación momentánea que con ello derivan. Su
deseo de divertirse, su afición por estar en sociedad y por charlar y
reír, aumentan con la complacencia [propia], y pierden todo gusto por
las realidades serias de la vida; los deberes domésticos parecen no
tener atractivo. No hay suficientes cambios para desafiar sus mentes,
y se vuelven inquietos, quisquillosos e irritables. Estos jóvenes
debieran sentir que es su deber hacer feliz y alegre el hogar. Deberían
traer alegría a la casa en vez de una sombra por quejas innecesarias
y por una actitud de descontento.
Estos jóvenes debieran recordar que son responsables por to-
dos los privilegios que han disfrutado, que tienen que responder
por el aprovechamiento de su tiempo y rendir una cuenta exacta
por el perfeccionamiento de sus aptitudes. Pueden preguntar: ¿No
tendremos diversiones o recreación? ¿Trabajaremos y trabajaremos
y trabajaremos, sin variación? Cualquier diversión en la que puedan
ocuparse pidiendo la bendición de Dios sobre ella con fe, no será
peligrosa. Pero cualquier entretenimiento que los descalifique para
la oración secreta, para la devoción ante el altar de la oración, o para
participar en la reunión de oración, no es segura, sino peligrosa. Por
un tiempo puede ser muy necesario realizar un cambio respecto al
trabajo físico que ha desgastado severamente las fuerzas, para que
las energías puedan ocuparse nuevamente en el trabajo, con mayor
éxito. Pero quizás no sea necesario un descanso completo, ni siquie-
ra que tenga los mejores resultados en lo que se refiere a su fuerza
física. Aunque estén cansados con una clase de trabajo, no necesitan
malgastar sus momentos preciosos. Pueden entonces tratar de hacer
algo no tan agotador, pero que será una bendición para su madre y
sus hermanas. Al aligerar sus preocupaciones tomando sobre ellos
las cargas más difíciles que ellas tienen que llevar, pueden encontrar
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esa distracción que surge de la práctica de los principios y que les
producirá verdadera felicidad, y su tiempo no será gastado en fri-
volidades o en complacencias egoístas. Su tiempo puede siempre
emplearse en forma ventajosa, y pueden renovarse constantemente