Página 239 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Ministros centrados en ellos mismos
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la cual se oía la voz del Señor que la aconsejaba y la amonestaba.
Satanás estaba satisfecho, y no había nada que le impidiera infiltrar-
se en su confianza y, mediante engaños agradables y halagadores,
llevarla cautiva a su voluntad.
El Señor le dio un testimonio acerca de que su esposa era un
obstáculo para usted en sus labores y que no debería acompañarlo a
menos que usted tuviera la evidencia más positiva de que ella era
una mujer convertida, transformada por la renovación de su mente.
Usted sintió entonces que tenía una excusa para abogar por una casa;
usted convirtió este testimonio en su excusa y trabajó de acuerdo con
ello, aunque no tenía necesidad de una casa propia. Su esposa tenía
deberes que cumplir para con sus padres a quienes había descuidado
toda su vida. Si ella hubiera asumido con un espíritu alegre esta
obligación por largo tiempo descuidada, no habría quedado ahora
cautiva en manos de Satanás para hacer su voluntad y corromper su
corazón y alma en su servicio.
Su necesidad de una casa era imaginaria, como muchas de sus
supuestas necesidades. Usted obtuvo la casa que deseaba su egoísmo,
y pudo dejar a su esposa instalada confortablemente. Pero Dios
estaba preparando una prueba final para ella. La aflicción de la madre
de ella era de tal naturaleza que habría despertado la compasión en su
corazón si no hubiera estado completamente cauterizado, endurecido
por el egoísmo. Pero esta providencia de Dios no alcanzó a despertar
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el amor filial de la hija por su madre sufriente. No tenía los cuidados
de la casa que le impidieran hacerlo, ni hijos con quienes compartir
su amor y cuidados, y su atención estaba dedicada a su pobre yo.
La carga de preocupaciones que el padre de ella tuvo que llevar
fue demasiado para su edad y fuerza, y quedó postrado con agudos
sufrimientos. Seguramente entonces, si la hija hubiera tenido un
lugar sensible en su corazón, no podría menos que haber albergado
un sentimiento de su deber de compartir las cargas de su hermana
y del esposo de ella. Pero por su indiferencia y por rehuir todos los
cuidados y la carga que bien podría haber llevado, reveló que su
corazón era casi tan insensible como una piedra.
Estar cerca de sus padres y sin embargo ser tan indiferente habla
en contra de ella. Ella comunicó el estado de cosas a su esposo. El
hermano R era tan egoísta como su esposa, y le envió un urgente
pedido para que fuera a donde él estaba. ¿Cómo los ángeles de Dios,