Página 244 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

240
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
de su familia y en su pobre salud. En síntesis, usted ha sido el tema
de su conversación y se ha interpuesto entre usted y su Salvador.
Debería olvidarse del yo y ocultarse detrás de Jesús. Permita que el
querido Salvador sea magnificado, pero pierda de vista al yo. Cuando
vea y sienta su debilidad, no verá que hay algo en usted digno de ser
notado ni destacado. La gente no sólo se ha cansado, sino que se ha
disgustado con los comentarios preliminares que usted hace antes
de presentar su tema. Cada vez que habla a la gente y menciona las
pruebas de su familia, rebaja su estima personal y sugiere sospechas
de que no está enteramente bien.
Usted tiene el ejemplo de ministros que se exaltaron ellos mis-
mos y que ambicionaron la alabanza de la gente. Fueron mimados y
adulados por los indiscretos hasta que se exaltaron y se volvieron
autosuficientes y, confiando en su propia sabiduría, hicieron nau-
fragio de la fe. Pensaron que eran tan populares que podían seguir
cualquier línea de conducta sin perder su popularidad. Aquí ha esta-
do su presunción. Cuando la conducta de un ministro de Cristo da a
las lenguas chismosas motivos para discutir y cuestionar seriamente
su moralidad, no debiera llamar a esto celos o calumnias. Usted de-
biera ser cuidadoso con la manera en que fomenta un curso habitual
de pensamiento de lo cual se forman los hábitos que resultarán en
su ruina. Identifique aquellos cuyo curso usted debiera aborrecer,
y luego absténgase de dar el primer paso en la dirección que han
recorrido.
Usted ha sido autosuficiente y Satanás lo ha cegado y engaña-
do de tal manera que no pudo discernir sus debilidades y muchos
errores. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas
no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con
sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también
por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a
otros, envidiándonos unos a otros”.
Gálatas 5:22-26
.
[262]
Se me mostraron campos de labor. Pueblos, ciudades y villas por
todas partes debieran oír el mensaje de amonestación; porque todos
serán examinados y probados por el mensaje de la verdad presente.
Ha de hacerse una gran obra, pero los obreros que entran en estos
campos debieran ser hombres de juicio sólido que sepan cómo tratar