Página 246 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
Su vida no se ha caracterizado por la humildad de su mente ni la
mansedumbre de su conducta. Usted ama a Dios de palabra, pero
no en hecho y en verdad. Su dignidad es lastimada fácilmente. Los
ministros debieran sentir primero la influencia santificadora de la
verdad en sus propios corazones y en sus propias vidas, y luego sus
esfuerzos en el púlpito serán reforzados por su ejemplo fuera de él.
Los ministros necesitan ser suavizados y santificados antes que Dios
pueda actuar en sus esfuerzos de un modo especial.
Usted ha permitido que se deslice una oportunidad de oro para
recoger una cosecha de almas debido a que era imposible que Dios
trabajara con sus esfuerzos, porque su corazón no era recto para con
él. Su espíritu no era puro ante él, quien es la encarnación de la pu-
reza y la santidad. Si usted contempla la iniquidad en su corazón, el
Señor no oirá su oración. Nuestro Dios es un Dios celoso. Él conoce
los pensamientos y las imaginaciones y planes del corazón. Usted
ha seguido su propio juicio y ha fracasado penosamente cuando po-
dría haber tenido éxito. Hay demasiado en juego en estos esfuerzos
para hacer el trabajo en forma negligente o imprudente. Las almas
están siendo probadas en base a una verdad importante, eterna, y lo
que usted pueda decir o hacer influirá para que se decidan en favor
o en contra de la verdad. Cuando tendría que haberse conducido
humildemente delante de Dios, implorándole que bendijera sus es-
fuerzos, sintiendo el peso de la causa y el valor de las almas, usted
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ha escogido la sociedad de damas jóvenes, haciendo caso omiso de
la obra sagrada de Dios y de su cargo como ministro del evangelio
de Cristo. Usted estaba situado entre los vivos y los muertos; sin
embargo participó en conversaciones livianas y frívolas, en chancear
y bromear.
¿Cómo pueden los ángeles ministradores estar a su alrededor,
esparciendo luz sobre usted e impartiéndole fuerza? Cuando de-
biera estar tratando de encontrar maneras y medios para iluminar
las mentes de los que están en el error y las tinieblas, usted se está
agradando a sí mismo y es demasiado egoísta como para ocuparse
en un trabajo para el cual no siente inclinación ni amor. Si nuestra
posición es criticada por aquellos que están investigando, usted tiene
poca paciencia con ellos. Frecuentemente les da una respuesta breve,
severa, como si a ellos no les incumbiera investigar cuidadosamente,
sino que tuvieran que aceptar como verdad todo lo que se les pre-