Página 251 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Ministros centrados en ellos mismos
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como las cosas eternas son de más consecuencia que las tempo-
rales. Si el ministro del evangelio cede a su inclinación antes que
ser guiado por el deber, si complace el yo a expensas de la fuerza
espiritual, y como resultado obra indiscretamente, se levantarán las
almas en el juicio para condenarlo por su infidelidad. En sus ropas
se encontrará la sangre de las almas. A un ministro no consagrado le
puede parecer poca cosa ser vacilante, impulsivo y carente de consa-
gración; edificar y luego derribar; desalentar, angustiar y desanimar
a las mismas almas que han sido convertidas por la verdad que él ha
presentado. Es triste perder la confianza de las mismas personas por
las cuales ha estado trabajando para salvar. Pero el resultado de una
conducta insensata que el ministro ha seguido nunca se comprenderá
plenamente hasta que el ministro vea las cosas como Dios las ve.
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