Página 27 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Una apelación a los que llevan cargas
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para sí todos los placeres y deleites que el mundo podría darle. Pero
no consideró su propia conveniencia. Vivió no para agradarse a sí
mismo, sino para hacer el bien y prodigar sus bendiciones sobre
otros.
El Hermano B estaba enfermo con fiebre. Su caso era crítico.
Para ser justa con la causa de Dios, me siento forzada a declarar que
su enfermedad no fue el resultado de una devoción incansable a los
intereses de la oficina. La exposición imprudente [a la intemperie]
en un viaje a Chicago, para su propio placer, fue la causa de su enfer-
medad larga, tediosa y sufrida. Dios no lo apoyó en el plan de dejar
el trabajo, cuando tantos que habían ocupado puestos importantes en
la oficina estaban ausentes. En el mismo tiempo cuando no debiera
haberse excusado de ausentarse ni siquiera una hora, abandonó su
puesto del deber, y Dios no lo apoyó.
Para nosotros no hubo período de descanso, por más que lo nece-
sitábamos. La
Review
, el
Reformer
y el
Instructor
deben ser editados.
Se habían dejado muchas cartas sin contestar hasta que nosotros
regresáramos para examinarlas. Las cosas estaban en una condición
lamentable en la oficina. Todo necesitaba ponerse en orden. Mi
esposo comenzó su labor y yo le ayudé en lo que pude; pero eso
era poco. Trabajó incesantemente para corregir asuntos comerciales
confusos y para mejorar el estado de nuestros periódicos. No podía
depender de la ayuda de ninguno de sus hermanos en el ministerio.
Su cabeza, corazón y manos estaban llenos. Los hermanos A y C
no lo animaron, aunque sabían que estaba solo bajo las cargas en
Battle Creek. No sostuvieron sus manos. Escribieron en una forma
sumamente desalentadora sobre la pobre condición de salud en que
se encontraban, diciendo que estaban tan agotados que no podía de-
penderse de ellos para realizar ninguna tarea. Mi esposo comprendió
que no podía esperar nada de parte de ellos. A pesar de su doble
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trabajo durante todo el verano, no podía descansar. Y, sin tener en
cuenta su debilidad, se afirmó para realizar la obra que otros habían
descuidado.
El
Reformer
estaba casi muerto. El hermano B había defendido
los puntos de vista extremos del Dr. Trall. Esto había influido sobre
el doctor para publicar sus ideas en el
Reformer
con mayor firmeza
que la que habría usado corrientemente, descartando la leche, el
azúcar y la sal. La postura de eliminar enteramente el uso de estas