Página 272 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
del Espíritu de Dios, muchos sintieron que era él quien los estaba
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injuriando personalmente, cuando fue el Señor quien depositó la
carga sobre él y quien, a través de su siervo, los estaba reprendiendo
y tratando de llevarlos [a un sitio en su experiencia espiritual] donde
se arrepintieran de sus errores y tuvieran el favor de Dios.
Aquellos a quienes Dios ha escogido para una obra importante
siempre han sido recibidos con desconfianza y sospechas. Antigua-
mente, cuando Elías fue enviado con un mensaje de Dios al pueblo,
no prestaron atención a la advertencia. Pensaron que él era innece-
sariamente severo. Hasta pensaron que debía haber perdido el juicio
porque los denunciaba a ellos, el pueblo favorecido de Dios, como
pecadores, y sus delitos como de un carácter tan grave que los juicios
de Dios se levantarían contra ellos. Satanás y su hueste siempre se
han unido contra aquellos que llevan el mensaje de amonestación y
que reprenden los pecados. Los no consagrados también se unirán
con el adversario de las almas para hacer tan difícil como sea posible
el trabajo de los fieles siervos de Dios.
Si mi esposo ha sido presionado en forma excesiva y se ha
desanimado y abatido, y si a veces no hemos visto nada deseable
en la vida que pudiera atraernos, esto no es nada extraño ni nuevo.
Elías, uno de los grandes y poderosos profetas de Dios, cuando huyó
por su vida de la ira de la furiosa Jezabel, como fugitivo cansado y
agotado por el viaje, deseó morir en vez de vivir. Su chasco amargo
respecto a la fidelidad de Israel había aplastado su espíritu, y sintió
que no podía confiar más en el hombre. En el día de la aflicción y la
oscuridad de Job, él declaró estas palabras: “Perezca el día en que
yo nací”.
Job 3:3
.
Aquellos que no están acostumbrados a sentir en lo más profun-
do [el celo por la obra de Dios], que no se han visto abrumados por
las cargas como un carro bajo las espigas, y que nunca tuvieron sus
intereses tan estrechamente identificados con la causa y la obra de
Dios que ésta pareciera ser parte de su mismo ser y más cara para
ellos que la vida, no pueden apreciar los sentimientos de mi esposo
más de lo que Israel pudo apreciar los sentimientos de Elías. Lamen-
tamos profundamente haber estado descorazonados, cualesquiera
hayan sido las circunstancias.
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