Página 274 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
El alma fiel de Elías estaba afligida. Se despertó su indignación y
sintió celo por la gloria de Dios. Vio que Israel se había hundido en
una apostasía terrible. Y cuando recordó las grandes cosas que Dios
había hecho por ellos, se sintió abrumado de tristeza y asombro.
Pero todo esto fue olvidado por la mayoría de las personas. Fue
ante el Señor y, con su alma atormentada de angustia, le rogó que
salvara a su pueblo, si fuera necesario mediante juicios. Le suplicó a
Dios que retirara de su pueblo ingrato el rocío y la lluvia, los tesoros
del cielo, para que el Israel apóstata pudiera esperar en vano que
sus dioses, sus ídolos de oro, madera y piedra, el sol, la luna y las
estrellas, regaran y enriquecieran la tierra, y la hicieran producir
abundantemente. El Señor le dijo a Elías que había oído su oración
y que retiraría el rocío y la lluvia de su pueblo hasta que ellos se
volvieran a él con arrepentimiento.
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