Página 280 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo
cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en
medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello. Josué entonces envió
mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí estaba
escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello. Y tomándolo de
en medio de la tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel,
y lo pusieron delante de Jehová. Entonces Josué, y todo Israel con
él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de
oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y
todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Y le dijo Josué:
¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los
israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos”.
Josué 7:19-25
.
El Señor dijo a Josué que Acán no solamente había tomado las
cosas que él les había encargado positivamente que no se tocaran,
para no incurrir en maldición, sino que también las había ocultado.
El Señor había dicho que Jericó y todos sus despojos debían ser
consumidos, excepto el oro y la plata, que habían de reservarse para
la tesorería del Señor. La victoria que fue la toma de Jericó no se
obtuvo por la guerra, ni porque el pueblo se expusiera a peligros.
El Capitán del ejército de Jehová había conducido las huestes del
cielo. La batalla había sido del Señor; era él quien la había peleado.
Los hijos de Israel no asestaron un solo golpe. La victoria y la gloria
pertenecían al Señor, y los despojos eran suyos. Indicó que todo
debía ser consumido excepto el oro y la plata que se reservaban para
su tesorería. Acán comprendía bien la reserva hecha y sabía que los
tesoros de oro y plata que él codiciaba pertenecían al Señor. Robó a
la tesorería del Señor para su propio beneficio.
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