Página 288 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
humillación y el arrepentimiento. Todo lo arriesgó en la misión que
tenía delante de sí.
Mientras Acab se recobra en parte de su asombro ante las pa-
labras de Elías, el profeta ha desaparecido. [El rey] hace investi-
gaciones diligentes en cuanto a él, pero nadie lo ha visto ni puede
dar ninguna información sobre él. Acab le informa a Jezabel del
mensaje de infortunio que Elías ha declarado en su presencia, y ella
expresa a los sacerdotes de Baal el odio que tiene contra el profeta.
Ellos se le unen en denunciar y maldecir al profeta de Jehová. Las
noticias de las denuncias del profeta se extienden por todo el país,
despertando los temores de algunos y la ira de muchos.
Después de unos pocos meses la tierra, al no ser refrigerada por el
rocío ni la lluvia, se reseca y la vegetación se marchita. Las corrientes
de agua que por lo sabido nunca habían dejado de correr, reducen
su cauce, y los arroyos se secan. Los profetas de Jezabel ofrecen
sacrificios a sus dioses y los invocan día y noche para refrescar
la tierra con el rocío y la lluvia. Pero los encantamientos y los
engaños practicados anteriormente por ellos con el objeto de engañar
al pueblo no consiguen ahora su propósito. Los sacerdotes han
hecho todo lo posible por apaciguar la ira de sus dioses; con una
perseverancia y celo digno de mejor causa se han dilatado alrededor
de sus altares paganos, mientras que las llamas de los sacrificios
arden en todos los lugares altos, y los gritos y ruegos terribles de
los sacerdotes de Baal se oyen noche tras noche por toda la Samaria
condenada. Pero las nubes no aparecen en el cielo para interceptar
los ardientes rayos del sol. La palabra de Elías permanece firme, y
nada que puedan hacer los sacerdotes de Baal la cambiará.
Pasa todo un año y comienza otro, y sin embargo no llueve. La
tierra parece quemada como por fuego. Campos antes florecientes
están como el ardiente desierto. El aire se vuelve seco y sofocante, y
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las tormentas de polvo ciegan los ojos y casi cortan la respiración.
Los bosquecillos de Baal están sin hojas y los árboles del bosque no
dan sombra, sino que parecen como esqueletos. El hambre y la sed
hacen sus estragos con terrible mortandad entre hombres y bestias.
Todas estas evidencias de la justicia y los juicios de Dios no
despiertan a Israel al arrepentimiento. Jezabel está llena de una
locura insana. No se doblegará ni cederá ante el Dios del cielo.
Los profetas de Baal, Acab, Jezabel y casi todo Israel culpan de su