Página 289 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

Elías reprende al rey Acab
285
calamidad a Elías. Acab ha enviado [mensajeros] a cada reino y
nación en busca del extraño profeta y ha exigido un juramento a los
reinos y naciones [que rodean a] Israel indicando que no saben nada
en cuanto a él. Elías había cerrado el cielo con su palabra y había
llevado la llave consigo, y no se lo podía encontrar.
Al no poder hacer sentir a Elías su poder asesino, Jezabel resuelve
que se vengará destruyendo a los profetas de Dios en Israel. Ninguno
que profese ser un profeta de Dios vivirá. Esta mujer resuelta y
enfurecida ejecuta su obra de locura asesinando a los profetas del
Señor. Los sacerdotes de Baal y casi todo Israel están tan engañados
que piensan que si los profetas de Dios fueran asesinados, se verían
libres de la calamidad bajo la cual estaban sufriendo.
Pero transcurre el segundo año, y los cielos sin misericordia no
dan lluvia en absoluto. La sequía y el hambre están haciendo su
triste obra, y sin embargo los israelitas apóstatas no humillan ante
Dios sus corazones orgullosos y pecadores, sino que murmuran y
se quejan contra el profeta de Dios que trajo este terrible estado de
cosas sobre ellos. Padres y madres ven perecer a sus hijos, incapaces
de socorrerlos. Y sin embargo la gente está en una oscuridad tan
terrible que no pueden ver que la justicia de Dios se ha despertado
contra ellos a causa de sus pecados y que esta terrible calamidad ha
sido enviada por misericordia hacia ellos a fin de evitar que nieguen
y olviden completamente al Dios de sus padres.
A Israel le costó sufrimiento y gran aflicción ser guiados a ese
arrepentimiento que era necesario a fin de recuperar su fe perdida y
[307]
un sentido claro de su responsabilidad ante Dios. Su apostasía era
más terrible que la sequía o el hambre. Elías esperó y oró con fe a
través de los largos años de sequía y hambre para que los corazones
de Israel, a través de su aflicción, pudieran volverse de su idolatría a
la lealtad a Dios. Pero pese a todos sus sufrimientos, se mantuvieron
firmes en su idolatría y consideraban al profeta de Dios como la
causa de su calamidad. Y si ellos hubieran podido tener a Elías en
sus manos lo habrían entregado a Jezabel, para que ella pudiera
satisfacer sus ansias de venganza quitándole la vida. Debido a que
Elías se atrevió a declarar la palabra de infortunio que Dios le había
ordenado, se convirtió en el objeto de su odio. No podían ver la
mano de Dios en los juicios bajo los cuales estaban sufriendo a
causa de sus pecados, sino que le echaban la culpa a Elías por ellos.