Página 296 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
El pueblo ha presenciado las terribles demostraciones de los sa-
cerdotes irrazonables y frenéticos. Han contemplado cómo saltaban
sobre el altar, como si quisieran asir los rayos ardientes del sol a
fin de cumplir su propósito. Se han cansado de las manifestaciones
demoníacas, de idolatría pagana, y están ansiosos de oír lo que Elías
va a decir.
Ha llegado ahora el turno de Elías. “Entonces dijo Elías a todo el
pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el
altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías doce piedras,
conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual
había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,
edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después
hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de
grano. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso
sobre la leña. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla
sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y
otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron
la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y
también se había llenado de agua la zanja. Cuando llegó la hora
de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová
Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú
eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo
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he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para
que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú
vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y
consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió
el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron
y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!”
1 Reyes 18:30-39
.
A la hora del sacrificio vespertino, Elías repara el altar de Dios
que la apostasía de Israel había permitido que los sacerdotes de Baal
derribaran. No pide a nadie del pueblo que le ayude en su laboriosa
tarea. Los altares de Baal están todos preparados; pero él se dirige
al altar derribado de Dios, que para él es más sagrado y precioso en
sus feas ruinas que todos los magníficos altares de Baal.
Elías revela su respeto por el pacto que el Señor había hecho con
su pueblo, aunque ellos habían apostatado. Con calma y solemnidad
repara con doce piedras el altar derribado, de acuerdo con el número
de las doce tribus de Israel. Los chasqueados sacerdotes de Baal,