Página 301 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La humildad de Elías
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por Dios cuando ofreció su sencilla oración en la presencia del rey y
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los miles de Israel, en respuesta a la cual fulguró fuego del cielo que
encendió el fuego sobre el altar del sacrificio. Su mano ejecutó el
juicio de Dios al matar a ochocientos cincuenta sacerdotes de Baal;
sin embargo, después del trabajo agotador y del triunfo más notable
del día, el que pudo traer las nubes y la lluvia y el fuego del cielo
estuvo dispuesto a cumplir el servicio de un criado y correr delante
del carro de Acab en medio de la oscuridad y el viento y la lluvia
para servir al soberano a quien no había temido reprender de frente
a causa de sus pecados y delitos. El rey traspuso las puertas de la
ciudad. Elías se envolvió en su manto y se acostó sobre la tierra
desnuda.
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