Página 302 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Elías se desanima
Después que Elías hubo mostrado ese valor indómito en una
contienda entre la vida y la muerte, después que hubo triunfado sobre
el rey, los sacerdotes y el pueblo, supondríamos en forma natural
que nunca podría ceder ante el desaliento ni caer en la timidez por
el temor.
Después de su primera aparición ante Acab, denunciándole los
juicios de Dios a causa de su apostasía y de la de Israel, Dios dirigió
su camino desde los dominios de Jezabel a un lugar de seguridad en
las montañas, junto al arroyo de Querit. Allí honró a Elías enviándole
comida de mañana y de tarde mediante un ángel del cielo. Luego,
cuando el arroyo se secó, lo envió a la viuda de Sarepta, y obró
un milagro cotidiano al mantener con alimento a la familia de la
viuda y a Elías. Después de haber sido bendecido con evidencias
tan grandes del amor y el cuidado de Dios, supondríamos que Elías
nunca desconfiaría de él. Pero el apóstol nos dice que era un hombre
con pasiones semejantes a las nuestras y sujeto, como nosotros, a
tentaciones.
Acab relató a su esposa los sucesos maravillosos del día y la ex-
traordinaria manifestación del poder de Dios mostrando que Jehová,
el Creador de los cielos y la tierra, era Dios; también contó que Elías
había dado muerte a los profetas de Baal. Al oír esto, Jezabel, que
estaba endurecida en el pecado, se enfureció. Audaz y desafiante, y
resuelta en su idolatría, le declaró a Acab que Elías no debía vivir.
Esa noche un mensajero despertó al cansado profeta y le transmi-
tió las palabras de Jezabel, dadas en el nombre de sus dioses paganos,
que ella, en la presencia de Israel, le haría a Elías lo que él les había
hecho a los sacerdotes de Baal. Elías debería haber enfrentado esta
amenaza y juramento de Jezabel implorando protección al Dios del
cielo, quien lo había comisionado para hacer la obra que había hecho.
Debería haberle dicho al mensajero que el Dios en quien confiaba
lo protegería contra el odio y las amenazas de Jezabel. Pero la fe
y el valor de Elías parecen abandonarlo. Se levanta aturdido de su
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