Página 303 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Elías se desanima
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sueño. Cae la lluvia del cielo y por todos lados hay tinieblas. Pierde
de vista a Dios y huye por su vida como si la vengadora que buscaba
su sangre estuviera cerca de él. Deja a su siervo tras sí en el camino,
y a la mañana está lejos de donde vive la gente, solo en un desierto
lúgubre.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida,
y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se
fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de
un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame
la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo
del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le
dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una
torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió,
y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez,
lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida
caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de
Dios. Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él
palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?”
1 Reyes
19:3-9
.
Elías debería haber confiado en Dios, quien le había advertido
cuándo huir y dónde encontrar asilo del odio de Jezabel, seguro
contra la búsqueda diligente de Acab. Esta vez el Señor no le había
indicado que huyera. Él no había esperado que el Señor le hablara.
Actuó precipitadamente. Si hubiera esperado con fe y paciencia,
el Señor habría escudado a su siervo y le habría dado otra notable
victoria en Israel al enviar sus juicios contra Jezabel.
Cansado y postrado, Elías se sienta para descansar. Está desani-
mado y con disposición para murmurar. Dice: “Basta ya, oh Jehová,
quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”. Siente que
la vida ya no es deseable. Después del notable despliegue del poder
de Dios en la presencia de Israel, esperaba que ellos serían leales y
fieles a Dios. Esperaba que Jezabel ya no tendría influencia sobre el
espíritu de Acab y que se produciría un cambio general en el reino
de Israel. Y cuando se le entregó el mensaje amenazador de Jezabel,
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olvidó que Dios era el mismo Dios todopoderoso y compasivo que
cuando le oró pidiendo fuego del cielo, vino, y cuando pidió lluvia,
vino. Dios había concedido cada pedido; sin embargo Elías es un