Página 309 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Moisés y Aarón
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educarlos en la obediencia, la abnegación y la reverencia hacia la
autoridad paterna. A través de los sentimientos de una compasión
errada, falló en moldear sus caracteres con una reverencia elevada
por las cosas eternas. Aarón no percibió, como tampoco lo ven ahora
muchos padres cristianos, que su amor equivocado y la indulgen-
cia de sus hijos en el error, los estaba preparando para el seguro
desagrado de Dios y para que su ira se descargara sobre ellos para
su destrucción. En vista de que Aarón descuidó el ejercicio de su
autoridad, la justicia de Dios se despertó contra ellos. Aarón tuvo
que aprender que su suave reconvención sin un ejercicio firme de
restricción paterna, y su ternura imprudente hacia sus hijos, eran
una manifestación extrema de crueldad. Dios tomó en sus manos el
trabajo de hacer justicia y destruyó a los hijos de Aarón.
Dios llamó a Moisés para que ascendiera al monte seis días
antes de recibirlo en la nube, en la presencia inmediata de Dios.
La cumbre de la montaña estaba radiante con la gloria de Dios. Y
sin embargo, aunque los hijos de Israel tenían a la vista esta gloria,
la incredulidad les era tan natural que comenzaron a murmurar
con descontento, porque Moisés estaba ausente. Mientras la gloria
de Dios significaba su presencia sagrada sobre la montaña, y su
dirigente estaba en estrecha conversación con Dios, ellos tendrían
que haberse santificado mediante un íntimo escudriñamiento de
corazón, humillación y piadoso temor. Dios había dejado a Aarón y
Hur para que tomaran el lugar de Moisés. En su ausencia el pueblo
debía consultar y buscar el consejo de estos hombres designados por
Dios.
Aquí se ve la deficiencia de Aarón como dirigente o gobernante
de Israel. El pueblo lo acosa para que les haga dioses que vayan
delante de ellos a Egipto. Aquí Aarón tenía una oportunidad para
mostrar su fe y confianza inamovible en Dios, y para enfrentar con
firmeza y decisión la propuesta del pueblo. Pero su deseo natural
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de agradar y de ceder [ante la presión del] pueblo lo condujeron a
sacrificar el honor de Dios. Les pidió que le trajeran sus ornamentos,
y les hizo un becerro de oro y proclamó ante el pueblo: “Israel, estos
son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”.
Éxodo 32:4
. Y
él hizo un altar a este dios sin sentido y proclamó que el día siguiente
sería un día de fiesta al Señor. Parecía que toda restricción había sido
quitada del pueblo. Ofrecieron holocaustos al becerro de oro y se