Página 310 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
apoderó de ellos un espíritu de frivolidad. Cayeron en un desenfreno
vergonzoso y en borrachera; comieron, bebieron y se levantaron a
jugar.
Sólo habían pasado unas pocas semanas desde que habían hecho
un pacto solemne con Dios de obedecer su voz. Habían escuchado
las palabras de la Ley de Dios, pronunciadas con terrible grandeza
desde el monte Sinaí, en medio de truenos, relámpagos y terremotos.
Habían oído la declaración de los labios del mismo Dios: “Yo soy
Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás
imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni
abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás
a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,
que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a
millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.
Éxodo
20:2-6
.
Aarón y también sus hijos habían sido exaltados al ser llamados
al monte para presenciar allí la gloria de Dios. “Y vieron al Dios de
Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro,
semejante al cielo cuando está sereno”.
Éxodo 24:10
.
Dios había designado a Nadab y Abiú para una obra muy sagra-
da, por lo tanto los honró en una manera sumamente maravillosa.
Les dio una visión de su gloria excelente para que las escenas que
presenciaran en el monte quedasen con ellos y los capacitaran mejor
para ministrar en su servicio y para rendirle ese exaltado honor y re-
verencia ante el pueblo, lo que les daría una concepción más clara de
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su carácter y despertaría en ellos la debida obediencia y reverencia a
todos sus requerimientos.
Antes que Moisés dejara a su pueblo para ir al monte, les leyó
las palabras del pacto que Dios había hecho con ellos, y ellos a una
voz contestaron: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos”.
Éxodo
19:8
. ¡Cuán grande debe haber sido el pecado de Aarón, cuán grave
a la vista de Dios!
Cuando Moisés estaba recibiendo la ley de Dios en el monte, el
Señor le informó en cuanto al pecado del rebelde Israel y le pidió que
los dejara ir, para que pudiera destruirlos. Pero Moisés intercedió
ante Dios en favor del pueblo. Aunque Moisés fue el hombre más