Página 311 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Moisés y Aarón
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manso que haya vivido, sin embargo cuando estuvieron en juego
los intereses del pueblo sobre el cual Dios lo había nombrado como
dirigente, perdió su timidez natural y con singular persistencia y
audacia maravillosa intercedió ante Dios en favor de Israel. No con-
sentiría en que Dios destruyera a su pueblo, aunque Dios prometió
que al destruirlos exaltaría a Moisés y levantaría a un pueblo mejor
que Israel.
Moisés prevaleció. Dios le concedió su ferviente petición de no
destruir a su pueblo. Moisés tomó las tablas del pacto, la Ley de los
Diez Mandamientos, y descendió del monte. La jarana tumultuosa
y de borrachos de los hijos de Israel llegó a sus oídos mucho antes
de arribar al campamento. Cuando vio su idolatría y que habían
quebrantado en la manera más manifiesta las palabras del pacto,
se sintió abrumado de tristeza e indignación ante su ruin idolatría.
Se sintió dominado por la confusión y vergüenza por lo que habían
hecho, y allí arrojó las tablas y las rompió. Como ellos habían
quebrantado su pacto con Dios, Moisés, al quebrar las tablas, les
indicó que así también Dios había roto su pacto con ellos. Las tablas
sobre las cuales fue escrita la Ley de Dios fueron rotas.
Aarón, con su disposición amable, tan blando y complaciente,
trató de conciliar a Moisés, como si el pueblo no hubiera cometido
ningún pecado muy grande por el cual tuviera que disgustarse tan
profundamente. Moisés preguntó airado: “¿Qué te ha hecho este
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pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón:
No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal.
Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros;
porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto,
no sabemos qué le haya acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién tiene
oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este
becerro”.
Éxodo 32:21-24
. Aarón quería que Moisés pensara que
un milagro maravilloso había transformado sus ornamentos de oro
en la forma de un becerro. No le contó a Moisés que él, con otros
operarios, había hecho esta imagen.
Aarón consideró que Moisés había sido demasiado inflexible an-
te los deseos del pueblo. Pensaba que si Moisés hubiera sido menos
firme, menos resuelto a veces, y que si hubiera hecho un compromiso
con el pueblo y gratificado sus deseos, habría tenido menos proble-
mas, y habría habido más paz y armonía en el campamento de Israel.