Página 315 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Moisés y Aarón
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Estaban insultando a su mejor Amigo al acusar a Moisés y Aarón
por sus calamidades; estaban murmurando contra la providencia de
Dios.
Este pecado de estos nobles dirigentes fue grande. Sus vidas
podrían haber sido ilustres hasta el fin. Habían sido grandemente
exaltados y honrados; sin embargo, Dios no excusa el pecado de
aquellos que están en posiciones exaltadas antes de hacerlo con
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aquellos que están en posiciones más humildes. Muchos cristianos
profesos consideran a hombres que no reprueban o condenan el
error como hombres de piedad y ciertamente cristianos, mientras
que piensan que aquellos que se mantienen valientemente en defensa
de lo recto y no ceden su integridad ante influencias no consagradas,
carecen de piedad y de un espíritu cristiano.
Aquellos que permanecen en defensa del honor de Dios y man-
tienen la pureza de la verdad a cualquier costo tendrán múltiples
pruebas, como ocurrió con nuestro Salvador en el desierto de las
tentaciones. Mientras que aquellos que tienen temperamentos com-
placientes, que no tienen valor para condenar el error, pero guardan
silencio cuando se necesita su influencia para mantenerse en defensa
de lo recto contra cualquier presión, pueden evitar muchos dolores
de cabeza y eludir muchas perplejidades, pero también perderán
una muy rica recompensa, si no sus propias almas. Aquellos que
están en armonía con Dios y que mediante la fe en él reciben fuerza
para resistir el error y mantenerse en defensa de lo correcto, siempre
tendrán conflictos severos y frecuentemente tendrán que permanecer
casi solos. Pero obtendrán victorias preciosas mientras dependan
de Dios. La gracia divina será su fuerza. Su sensibilidad moral será
aguda y clara, y sus facultades morales podrán resistir las influencias
erróneas. Su integridad, como la de Moisés, será del carácter más
puro.
El espíritu blando y condescendiente de Aarón, y su deseo de
agradar al pueblo, cegaron sus ojos a los pecados de ellos y a la enor-
midad del crimen que estaba sancionando. Su conducta al apoyar con
su influencia el error y el pecado en Israel costó la vida de tres mil
hombres. En contraste con esto está la conducta de Moisés. Después
de haber evidenciado al pueblo que no podían jugar impunemente
con Dios; después que les hubo mostrado el justo desagrado de Dios
a causa de sus pecados, dando el terrible decreto de matar a amigos y