Página 326 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
acompañarán a su influencia, si es errónea, como la que acompañó a
la de la hermana E.
Sentimientos de sospechas, celos e incredulidad han ido por años
ganando poder sobre su mente. Usted odia los reproches. Es muy
sensible, y simpatiza inmediatamente por alguien que es reprobado.
Este sentimiento no es santificado y no está movido por el Espíritu
de Dios. Hermano y hermana A, se me mostró que cuando este
espíritu de crítica y murmuración se desarrolle en ustedes, cuando
esto se manifieste y aparezca la levadura de insatisfacción, celos
e incredulidad que ha sido una maldición en la vida de E y su
esposo, nosotros tendríamos una obra que hacer para enfrentarla
decididamente y no darle ningún cuartel a ese espíritu; y que hasta
que esto se desarrollara, yo debería guardar silencio, porque hay un
tiempo para hablar y un tiempo para guardar silencio. Vi que si una
aparente prosperidad acompañara a las labores del hermano A, a
menos que él fuera un hombre cabalmente convertido, estaría en
peligro de perder su alma. No ha llegado a respetar la posición ni
las labores de otros; considera que él no se compara con nadie.
Se me mostró que continuamente aumentarán las tentaciones
respecto a las labores de los esposos White. Nuestra obra es una obra
peculiar, es de un carácter diferente a la de cualquier otro que trabaja
en el campo. Dios no llama a los ministros que tienen que trabajar
sólo con palabra y doctrina para que hagan nuestro trabajo, ni nos
llama a nosotros para que hagamos sólo el trabajo de ellos. Cada
uno de nosotros tenemos, en algunos respectos, un trabajo distinto.
Dios se ha agradado en abrirme los secretos de la vida interior y los
pecados ocultos de su pueblo. Se me ha impuesto el desagradable
deber de reprender los errores y revelar los pecados ocultos. Cuando
he sido impulsada por el Espíritu de Dios a reprobar los pecados
que otros no sabían que existían, esto ha agitado los sentimientos
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naturales en el corazón de los no santificados. Mientras que algunos
han humillado sus corazones ante Dios, y con arrepentimiento y
confesión han abandonado sus pecados, otros han sentido surgir en
su corazón un espíritu de odio. Su orgullo ha sido lastimado cuando
se ha reprobado su conducta. Abrigan el pensamiento de que es la
hermana White quien los está lastimando, en vez de sentir gratitud a
Dios que en su misericordia les ha hablado a través de su humilde
instrumento, para mostrarles sus peligros y sus pecados, con el fin