Página 328 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
otro, contrarios a la luz que Dios nos ha dado. ¿Qué habría pasado
si hubiéramos seguido esas luces falsas e impresiones fanáticas?
Seguramente, en tal caso, nuestro pueblo no debería haber puesto
su confianza en nosotros. Tuvimos que poner nuestros rostros como
pedernal de parte de lo recto y luego continuar en el trabajo y el
deber.
Algunos entre nosotros han estado siempre listos para llevar los
asuntos a los extremos, para extralimitarse en el blanco. Los tales
parecen estar sin un ancla. Han perjudicado grandemente la causa
de la verdad. Hay otros que parece que nunca tienen una posición
donde puedan permanecer firmes y seguros, listos para batallar si
es necesario cuando Dios llama a soldados fieles para que estén en
el puesto del deber. Están aquellos que nunca atacarán al enemigo
cuando Dios requiere que lo hagan. No harán nada hasta que otros
hayan peleado la batalla y ganado la victoria por ellos, y entonces
estarán listos para compartir el botín. ¿Cómo puede Dios confiar en
tales soldados? Son considerados como cobardes en su causa.
Vi que este grupo no obtuvo ninguna experiencia para sí respecto
a la guerra contra el pecado y Satanás. Estaban más inclinados a
pelear contra los fieles soldados de Cristo que contra Satanás y su
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hueste. Si se hubieran ceñido la armadura y lanzado a la batalla,
habrían ganado una experiencia valiosa que era su privilegio tener.
Pero no tuvieron valor para contender por lo correcto, para arriesgar
algo en la lucha, ni para aprender cómo atacar a Satanás y tomar
sus baluartes. Algunos no tienen idea de cómo correr algún riesgo
o aventurarse en algo. Pero alguien debe atreverse; alguien debe
correr riesgos en esta causa. Aquellos que no se arriesgan ni se
exponen a la censura estarán preparados para observar a los que
llevan responsabilidades, y estarán listos, si hay algún asomo de
oportunidad, para encontrar faltas en ellos y perjudicarlos, si pueden
hacerlo. Ésta ha sido la experiencia del hermano y la hermana White
en sus labores. Satanás y su hueste han estado en orden de batalla
contra ellos, pero éstos no eran todos; cuando aquellos que deberían
haberse colocado junto a ellos en la lucha los vieron sobrecargados
y presionados sin medida, se dispusieron a unirse a Satanás en su
obra para desanimarlos y debilitarlos y, de ser posible, expulsarlos
del campo [de batalla].