Página 331 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Pioneros en la causa
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fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que
vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros
gravoso. Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me im-
pedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya”.
2 Corintios 11:9,
10
. Al referirnos a nuestra experiencia pasada, llevamos a cabo la
exhortación del apóstol a los Hebreos: “Pero traed a la memoria
los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados,
sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, cierta-
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mente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo;
y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una
situación semejante”.
Hebreos 10:32, 33
.
Nuestras vidas están entretejidas con la causa de Dios. No tene-
mos otros intereses aparte de esta obra. Y cuando vemos el progreso
que ha hecho la causa desde un comienzo muy pequeño, avanzando
lenta pero seguramente a una posición de fuerza y seguridad; cuando
vemos el éxito de la causa en la cual nos hemos afanado, y sufrido,
y casi sacrificado nuestras vidas, ¿quién nos impedirá o prohibirá
nuestra jactancia en Dios? Nuestra experiencia en esta causa nos es
valiosa. Hemos invertido todo en ella.
Moisés era el hombre más manso que haya vivido; sin embargo,
a causa de las murmuraciones de los hijos de Israel, se vio repeti-
damente forzado a hacer mención de la conducta pecaminosa del
pueblo después de dejar Egipto, y a vindicar su propia conducta co-
mo el líder de ellos. Justo antes de dejar al pueblo de Israel, cuando
estaba a punto de morir, repitió ante ellos su trayectoria de rebelión
y murmuración desde que habían dejado Egipto, y cómo su interés y
amor por ellos lo habían inducido a interceder ante Dios en su favor.
Les mencionó cómo le había rogado fervientemente al Señor que
le permitiera pasar el Jordán y entrar en la Tierra Prometida; “pero
Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual
no me escuchó”.
Deuteronomio 3:26
. Moisés presentó ante ellos sus
pecados, y les dijo: “Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que
yo os conozco”.
Deuteronomio 9:24
. Les refirió cuántas veces había
intercedido ante Dios y humillado su alma en angustia a causa de
sus pecados.
Era el plan de Dios que Moisés le recordara frecuentemente a
Israel sus transgresiones y rebelión, para que pudieran humillar sus
corazones ante Dios por causa de sus pecados. El Señor no quería