Página 340 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
levantan con sentimientos amargos contra aquellos que se atreven a
hablar de sus errores y reprobar sus pecados.
Aquellos que en el temor de Dios se han aventurado a enfrentar
fielmente el error y el pecado, llamando al pecado por el nombre
que le corresponde, han cumplido con un deber desagradable que
les ha acarreado gran sufrimiento emocional: consiguen la simpatía
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de unos pocos y sufren el menosprecio de muchos. Pero los simpa-
tizantes de los pecadores reprendidos están del lado equivocado y
cumplen los propósitos de Satanás para derrotar el designio de Dios.
Las reprensiones siempre lastiman la naturaleza humana. Sin
embargo muchas son las almas que han sido destruidas por la simpa-
tía imprudente de sus hermanos; porque, debido a que los hermanos
simpatizaron con ellos, pensaron que ciertamente se había abusado
de ellos, y que el reprensor estaba completamente equivocado y
demostraba mal espíritu. La única esperanza para los pecadores en
Sion es ver completamente sus errores y confesarlos, y apartarse de
ellos. Los que se interponen para destruir el filo del reproche cor-
tante que Dios envía, diciendo que el reprensor estaba parcialmente
equivocado y que el reprobado no estaba justamente en lo correcto,
agradan al enemigo. Cualquier medio que Satanás pueda idear para
hacer que los reproches pierdan completamente su efecto, logrará su
propósito. Algunos culparán al que Dios ha enviado con un mensaje
de advertencia, diciendo: Es demasiado severo; y al hacerlo, llegan
a ser responsables por el alma del pecador a quien Dios deseaba
salvar, y a quien, porque lo amaba, envió una corrección para que
pudiera humillar su alma ante Dios y desechar sus pecados. Estos
falsos simpatizantes tendrán una cuenta que arreglar con el Maestro
en una ocasión futura por su obra de muerte.
Hay muchos que profesan creer la verdad, que están ciegos hacia
sus propios peligros. Acarician la iniquidad en sus corazones y la
practican en sus vidas. Sus amigos no pueden leer sus corazones, y
frecuentemente piensan que los tales están en lo correcto.
Black Hawk, Colorado, 12 de agosto de 1873
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