Página 342 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

338
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
que era una virtud aislarse de la familia y rumiar sus pensamientos
infelices y su experiencia desdichada, recogiendo espinas, y sola-
zándose en herirse con ellas. Usted cede al hábito de soñar despierta,
que debe romperse. Deja deberes sin hacer. Descuida el trabajo que
debe hacer para socorrer a otros por el placer de complacerse en sus
meditaciones desdichadas. Usted no se conoce. ¡Acometa el deber!
Despierte y emprenda su deber descuidado. Redima el pasado me-
diante la fidelidad futura. Haga el trabajo que tiene por delante y, al
cumplir fielmente el deber, se olvidará de usted misma y no tendrá
tiempo para meditar y volverse melancólica, y sentirse displicente e
infeliz.
Tiene que aprender casi todo en la experiencia cristiana. No
está mejorando tan rápido como podría, y como debería, si alguna
vez va a obtener la vida eterna. Ahora está formando un carácter
para el cielo o uno que la excluirá del cielo. Ha tenido su mente
y sus pensamientos tan concentrados en su propia persona, que no
ha comprendido qué debe hacer a fin de llegar a ser una verdadera
seguidora del manso y humilde Jesús. Usted ha descuidado sus
deberes domésticos. Ha sido una nube y una sombra en la familia,
cuando era su privilegio esparcir luz y ser una bendición para los
seres queridos que están a su alrededor. Usted ha sido quisquillosa,
irritable y desdichada cuando en realidad no había ninguna razón
para que fuera así. No ha estado alerta para ver qué podría hacer para
levantar las cargas que lleva su madre y para bendecir a sus padres en
toda forma posible. Usted ha acudido a sus padres y hermanas para
que le ayuden a ser feliz y para que la atiendan, para que trabajen
para usted, mientras sus pensamientos han estado centrados en usted
misma. No ha tenido la gracia de Dios en su corazón, mientras que
se ha engañado pensando que realmente estaba adelantada en el
conocimiento de la voluntad divina.
Usted ha estado lista para conversar con aquellos que no son
de nuestra fe, cuando es imposible para usted presentar una razón
inteligente de nuestra fe ante ellos. En esto no representa correcta-
mente la verdad y hace mucho más daño a la causa de la verdad que
[364]
bien. Si usted hablara menos en vindicación de nuestra fe y estudiara
más su Biblia y permitiera que su conducta fuera de tal carácter que
testificara que la influencia de la verdad era buena en su corazón y en