Página 347 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Soñar despierto
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mis emociones interiores? Muchos que no profesan el amor de Dios
controlan su espíritu en una medida considerable sin la ayuda de la
gracia especial de Dios. Cultivan el dominio propio. Éste es cierta-
mente un reproche para los que saben que de Dios pueden obtener
fuerza y gracia, y sin embargo no exhiben las gracias del Espíritu.
Cristo es nuestro modelo. Fue manso y humilde. Aprenda de él e
imite su ejemplo. El Hijo de Dios era sin tacha. Debemos apuntar a
esta perfección y vencer como él venció, si queremos sentarnos a su
mano derecha.
Usted tiene peculiaridades de carácter que necesitan ser seve-
ramente disciplinadas y controladas en forma resuelta antes que
pueda con alguna seguridad entrar en la relación matrimonial. Por lo
tanto debiera desterrar de su mente el matrimonio hasta que venza
los defectos de su carácter, porque no sería una esposa feliz. Ha
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descuidado la tarea de educarse a sí misma para un trabajo domés-
tico sistemático. No ha visto la necesidad de adquirir hábitos de
laboriosidad. El hábito de disfrutar del trabajo útil, una vez formado,
nunca se perderá. Entonces estará preparada para que se la coloque
en cualquier circunstancia en la vida, y será idónea para el cargo.
Aprenderá a amar la actividad. Si disfruta del trabajo útil, su mente
estará ocupada con su empleo, y no encontrará tiempo para ceder a
fantasías ilusorias.
El conocimiento del trabajo útil le impartirá a su mente inquieta
e insatisfecha, energía, eficiencia y una dignidad apropiada, modesta,
que infundirá respeto. Usted se conoce muy poco; desconoce los
engaños de su propio corazón. El corazón es engañoso más que
todas las cosas y desesperadamente perverso. Escudriñe su corazón
cuidadosamente, y tome tiempo para la meditación y la oración.
A menos que perciba los defectos de su carácter y con sinceridad
genuina corrija sus errores, no puede ser una discípula de Cristo.
A usted le encanta pensar y hablar acerca de hombres jóvenes.
Interpreta sus cortesías como una consideración especial hacia usted.
Se ilusiona de que se la estima mucho más de lo que realmente
sucede. Su conversación debiera tratar de temas provechosos, que
refinen y eleven. Mi querida niña, usted no está cultivando hábitos
de franqueza y sinceridad. Su corazón no es recto. Su influencia no
es buena sobre los jóvenes, porque no tiene la mente de Cristo; sin
embargo, se jacta de que ha progresado mucho en la vida cristiana.