Página 367 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La rebelión no está curada
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Aarón, y los acusaron de la sangre de aquellos que habían perecido
por la mano de Dios.
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“Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés
y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube
lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová. Y vinieron Moi-
sés y Aarón delante del tabernáculo de reunión. Y Jehová habló a
Moisés, diciendo: Apartaos de en medio de esta congregación, y los
consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros”.
Números 16:42-45
. Pese a la rebelión de Israel y a su conducta cruel
hacia Moisés, él todavía manifestó por ellos el mismo interés que an-
tes. Cayendo sobre su rostro ante el Señor, le imploró que perdonase
al pueblo. Mientras estaba orando para que el Señor perdonara los
pecados de su pueblo, Moisés le pidió a Aarón que hiciera expiación
por el pecado de ellos mientras él permanecía ante el Señor, para que
sus oraciones pudieran ascender con el incienso y ser aceptas ante
Dios, y para que no toda la congregación pereciera en su rebelión.
“Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego
del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y
haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia
de Jehová; la mortandad ha comenzado. Entonces tomó Aarón el
incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación;
y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él
puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los
muertos y los vivos; y cesó la mortandad. Y los que murieron en
aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos
por la rebelión de Coré. Después volvió Aarón a Moisés a la puerta
del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado”.
Números 16:46-50
.
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