Página 369 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Una lección para nuestro tiempo
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lo cual había atraído el desagrado de Dios de un modo sumamente
manifiesto. Sin embargo, nuestro bondadoso Dios se muestra como
un Dios de justicia y de misericordia. Hizo una distinción entre los
instigadores—los líderes en la rebelión—y aquellos que habían sido
engañados o inducidos por ellos. Se compadeció de la ignorancia y
la insensatez de aquellos que habían sido engañados.
Dios le dijo a Moisés que ordenara a la congregación apartarse
de las tiendas de los hombres a quienes ellos habían elegido en
el lugar de Moisés. Los mismos hombres cuya destrucción ellos
planeaban fueron los instrumentos en las manos de Dios para salvar
sus vidas en esa ocasión. Dijo Moisés: “Apartaos de en derredor de
la tienda de Coré”.
Números 16:24
. También estaban en alarmante
peligro de ser destruidos en sus pecados por la ira de Dios, porque
eran partícipes de los crímenes de los hombres a quienes les habían
dado su apoyo y con quienes se habían asociado.
Si mientras Moisés trataba de probar el caso ante la congrega-
ción de Israel, aquellos que habían iniciado la rebelión se hubieran
arrepentido y buscado el perdón de Dios y de su siervo ofendido,
aun entonces la venganza de Dios se habría detenido. Pero allí frente
a sus tiendas estaban atrevidamente Coré, el instigador de la rebe-
lión, y sus simpatizantes, desafiando la ira de Dios, como si Dios
nunca hubiera actuado mediante su siervo Moisés. Mucho menos
estos rebeldes actuaron como si tan recientemente no hubiesen sido
honrados por Dios, siendo llevados con Moisés casi directamente a
su presencia, y contemplado su gloria no superada. Estos hombres
vieron a Moisés descender del monte después que había recibido las
segundas tablas de piedra y mientras su rostro resplandecía tanto con
la gloria de Dios que el pueblo no se le aproximaba, sino que huía
de él. Él los llamaba, pero ellos parecían aterrorizados. Les presentó
las tablas de piedra y les dijo: He intercedido en favor de ustedes
y he apartado de ustedes la ira de Dios. Declaré que si Dios debía
abandonar y destruir su congregación, mi nombre también podría ser
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borrado de su libro. He aquí, él contestó mis ruegos, y estas tablas
de piedra que sostengo en mi mano son la garantía que me ha dado
la reconciliación con su pueblo.
El pueblo percibe que ésta es la voz de Moisés; que aunque
está transformado y glorificado, todavía es Moisés. Le dicen que
no pueden mirar su rostro, porque la luz radiante que hay en su