Página 37 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

Capacidad no santificada
33
y no había reprimido a sus hijas. No las había criado en el temor y
admonición del Señor. Las había consentido y protegido para que
no llevaran responsabilidades hasta el punto de que no sintieron
agrado por los simples deberes domésticos. La madre había educado
a las hijas para que pensaran mucho en los vestidos, pero no destacó
ante ellas el adorno interior. Estas jóvenes eran vanas y orgullosas.
Sus mentes eran impuras; su conversación, corrupta; y sin embargo
había un grupo en Battle Creek que se asociaba con esta manera
de pensar, pero que no podía relacionarse con ellas sin descender
[37]
a su nivel. Estas niñas no fueron tratadas tan severamente como el
caso lo demandaba. Aman la compañía de los jóvenes, y ellos son el
tema de su meditación y conversación. Tienen modales corruptos,
son obstinadas y confían en ellas mismas.
Toda la familia ama la ostentación. La madre no es una mujer
prudente y seria. No está capacitada para educar hijos. Para ella es
más importante vestir a sus hijas para una exhibición que procurar
el adorno interior. No se ha disciplinado. Su voluntad no ha sido
puesta en conformidad con la voluntad de Dios. Su corazón no es
recto con Dios. Desconoce la operación de su Espíritu en el corazón,
que pone los deseos y afectos en conformidad con la obediencia
de Cristo. No posee cualidades nobles de la mente y no discierne
las cosas sagradas. Ha permitido que sus hijas hagan lo que les
agrada. La terrible experiencia que ella ha tenido con dos de sus
hijos mayores no ha hecho en su mente la impresión profunda que
demandaban las circunstancias. Ha educado a sus hijos para amar
la vestimenta, la vanidad y la insensatez. No ha disciplinado a sus
dos hijas menores. A D, bajo una influencia adecuada, sería un
joven digno; pero tiene mucho que aprender. Sigue la inclinación
antes que el deber. Ama hacer su propia voluntad y placer, y no
tiene un conocimiento correcto de los deberes que recaen sobre
un cristiano. Alegremente se ufanaría de interpretar como su deber
la autogratificación y el seguimiento de su propia inclinación. No
ha vencido la autogratificación. Tiene una obra que hacer a fin de
aclarar su visión espiritual, para que pueda entender en qué consiste
estar santificado para Dios, y aprender las elevadas demandas de
Dios sobre él. Los serios defectos de su educación han afectado su
vida.