Página 39 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Capacidad no santificada
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muerte. Se les requiere a los ministros que sean ejemplos vivientes
de la mente y el espíritu de Cristo, epístolas vivientes, conocidas y
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leídas por todos los hombres. Tiemblo cuando considero que hay
algunos ministros, aun entre los adventistas del séptimo día, que no
están santificados por las verdades que predican. Nada menos que el
poderoso y penetrante Espíritu de Dios obrando en los corazones de
sus mensajeros para dar el conocimiento de la gloria de Dios, puede
ganarles la victoria.
La predicación del hermano B no se ha caracterizado por la apro-
bación del Espíritu de Dios. Puede hablar con fluidez y presentar
con claridad un argumento, pero su predicación ha carecido de espi-
ritualidad. Sus apelaciones no han tocado el corazón con una nueva
ternura. Ha habido una cantidad de palabras, pero los corazones de
los oyentes no han sido avivados y enternecidos con una sensación
del amor del Salvador. Los pecadores no han sido convictos y atraí-
dos a Cristo por una impresión de que “Jesús de Nazaret pasaba
por allí”.
Lucas 18:37 (DHH)
. Los pecadores debieran recibir una
clara impresión de la cercanía y la buena voluntad de Cristo para
darles salvación en el momento presente. Debiera presentarse ante la
gente a un Salvador, mientras que el corazón del orador tendría que
estar subyugado e imbuido con su Espíritu. El mismo tono de la voz,
la mirada, las palabras, debieran poseer un poder irresistible para
mover los corazones y controlar las mentes. Debiera encontrarse
a Jesús en el corazón del ministro. Si Jesús está en las palabras y
en el tono de la voz, si éstas están endulzadas con su tierno amor,
serán una bendición de más valor que todas las riquezas, placeres y
glorias de la tierra; porque dichas bendiciones no vendrán y se irán
sin cumplir una obra. Se profundizarán las convicciones, se harán
impresiones, y se levantará la pregunta: “¿Qué debo hacer para ser
salvo?”
Hechos 16:30
.
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