Página 40 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Mentes desequilibradas
A cada uno de nosotros Dios ha confiado cometidos sagrados,
de los cuales nos tiene por responsables. Es su propósito que edu-
quemos la mente, a fin de que podamos ejercitar los talentos que
nos ha dado, de tal manera que realicemos la mayor suma de bien y
reflejemos la gloria del Dador. A Dios le debemos todas las cuali-
dades de la mente. Esas facultades pueden ser cultivadas, dirigidas
y dominadas tan cabalmente que cumplan el propósito para el cual
fueron dadas. Es nuestro deber educar la mente, de modo que sa-
que a luz las energías del alma y desarrolle toda facultad. Cuando
todas las facultades estén en ejercicio, el intelecto se fortalecerá y se
alcanzará el propósito por el cual fueron dadas.
Muchos no están haciendo la mayor suma de bien, porque ejer-
citan el intelecto en una dirección y descuidan de dar atención es-
merada a aquellas cosas para las cuales piensan que no son aptos.
Dejan así dormir algunas facultades débiles, porque la obra que las
ejercitaría y por consiguiente las fortalecería, no les agrada. Deben
ejercitarse y cultivarse todas las facultades de la mente. La percep-
ción, el juicio, la memoria y todas las potencias del raciocinio deben
tener igual fuerza a fin de que la mente esté bien equilibrada.
Si se usan ciertas facultades con descuido de las demás, el de-
signio de Dios no se realiza plenamente en nosotros; porque todas
las facultades ejercen su influencia una sobre otras y dependen en
gran medida unas de otras. No se puede usar eficazmente una de
ellas sin la operación de todas, para que el equilibrio se conserve
cuidadosamente. Si toda la atención y fuerza se concentran en una,
mientras las otras permanecen dormidas, el desarrollo es intenso
en ésta, y conducirá a extremos porque no todas las facultades ha-
brán sido cultivadas. Algunas mentes están atrofiadas y les falta el
debido equilibrio. No todas las mentes están, por naturaleza, cons-
tituidas de igual manera. Tenemos mentes diferentes; algunas son
fuertes en ciertos puntos y muy débiles en otros. Y estas deficien-
cias tan evidentes no necesitan ni debieran existir. Si los que las
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