Página 41 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Mentes desequilibradas
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poseen fortalecieran los puntos débiles de su carácter, cultivándolos
y ejercitándolos, llegarían a ser fuertes.
Es agradable, pero no muy provechoso, ejercer aquellas faculta-
des que son por naturaleza las más fuertes, mientras descuidamos las
débiles, que necesitan ser fortalecidas. Las facultades más débiles
deben recibir cuidadosa atención, a fin de que todas las potencias del
intelecto queden bien equilibradas y todas hagan su parte como una
maquinaria bien regulada. Dependemos de Dios para la preservación
de todas nuestras facultades. En su relación con Dios, los cristianos
se hallan en la obligación de educar su mente de manera que todas
las facultades queden fortalecidas y se desarrollen más plenamente.
Si descuidamos esto, nunca alcanzarán aquéllas el propósito para
el cual fueron destinadas. No tenemos derecho a descuidar ninguna
de las facultades que Dios nos ha dado. Vemos monomaníacos en
todas partes del país. Con frecuencia son cuerdos acerca de todos los
temas menos uno. La razón de ello es que un órgano de la mente se
ejercitó especialmente mientras se dejó dormir a los demás. El que
estuvo en constante uso se gastó y enfermó, y el hombre naufragó.
Dios no fue glorificado por esta conducta. Si el hombre hubiera ejer-
citado de igual manera todos los órganos, éstos habrían alcanzado
un desarrollo sano; no se le habría impuesto todo el trabajo a uno y
por lo tanto, ninguno se habría arruinado.
Los predicadores deben ser precavidos, para no estorbar los pro-
pósitos de Dios mediante sus propios planes. Corren el peligro de
cercenar la obra de Dios, de limitar su ocupación a ciertas locali-
dades, y de no cultivar un interés especial en la obra de Dios en
sus diversos departamentos. Algunos concentran su mente sobre un
tema, con exclusión de otros que pueden ser de igual importancia.
Son hombres de una sola idea. Toda la fuerza de su ser se concentra
en el tema que ocupa su mente en el momento. Pierden de vista toda
otra consideración. Este asunto favorito preocupa sus pensamientos
y es el tema de su conversación. Asimilan ávidamente todas las
pruebas referentes a este asunto y tanto se espacian en ellas que
cansan la mente que debe seguirlos.
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Con frecuencia se pierde tiempo explicando puntos que son
realmente baladíes y que debieran darse por sentados sin presentar
pruebas, porque son obvios. Pero los puntos realmente vitales deben
ser presentados tan clara y enérgicamente como lo permitan el len-