Página 393 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Humillación de Cristo
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en toda la tierra! Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré
todas tus maravillas”.
Salmos 8:9; 9:1
.
Es la ausencia de religión lo que hace sombría la senda de tantos
profesores de religión. Están aquellos que pueden pasar por cristia-
nos, pero que son indignos de ese nombre. No poseen caracteres
cristianos. Cuando su cristianismo es puesto a prueba, su falsedad
es demasiado evidente. La verdadera religión se ve en la conducta
diaria. La vida del cristiano se caracteriza por el esfuerzo ferviente,
desinteresado, para hacer bien a otros y glorificar a Dios. Su senda
no es oscura ni sombría. Un escritor inspirado dijo: “Mas la senda
de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta
que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad;
no saben en qué tropiezan”.
Proverbios 4:18, 19
.
¿Y vivirán los jóvenes vidas vanas e insensatas de modas y fri-
volidad, empequeñeciendo su intelecto con asuntos de vestidos y
consumiendo su tiempo en el placer sensual? Cuando están comple-
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tamente desprevenidos, Dios puede decirles: “Esta noche tu necedad
terminará”. Dios puede permitir que les sobrevenga una enfermedad
mortal a aquellos que no llevan fruto para su gloria. Mientras enfren-
tan las realidades de la eternidad, pueden comenzar a comprender
el valor del tiempo y de la vida que han perdido. Pueden entonces
tener alguna noción del valor del alma. Ven que sus vidas no han
glorificado a Dios iluminando la senda de otros al cielo. Han vivido
para glorificar el yo. Y al sentirse torturados por el dolor y con an-
gustia de alma no pueden tener conceptos claros de las cosas eternas.
Pueden repasar su vida pasada y en su remordimiento exclamar: “No
he hecho nada por Jesús, quien ha hecho todo por mí. Mi vida ha
sido un terrible fracaso”.
Mientras oran, amados jóvenes, para no ser inducidos en ten-
tación, recuerden que su trabajo no termina con la oración; deben
luego contestar hasta donde puedan su propia plegaria, resistiendo
a la tentación y dejando a Jesús que haga por ustedes lo que no
pueden hacer. Nunca serán demasiado cautelosos en sus palabras
y su conducta para no invitar al enemigo a tentarlos. Muchos de
nuestros jóvenes, por su descuido negligente de las amonestaciones
y reprensiones que se les dirigen, abren la puerta de par en par para
que entre Satanás. Teniendo la Palabra de Dios como nuestra guía y
a Jesús como nuestro Maestro celestial, no necesitamos ignorar sus