Página 394 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
requerimientos ni los designios de Satanás, ni ser vencidos por sus
tentaciones. No será tarea desagradable obedecer a la voluntad de
Dios, cuando nos entreguemos completamente a la dirección de su
Espíritu.
Ahora es el tiempo de trabajar. Si somos hijos de Dios, mientras
vivamos en el mundo él nos dará nuestro trabajo. Nunca podemos
decir que no tenemos nada que hacer mientras permanezca un trabajo
pendiente. Deseo que todos los jóvenes puedan ver, como yo he
visto, el trabajo que pueden hacer y del que Dios los considerará
responsables si lo descuidan. La mayor obra que jamás haya sido
realizada en el mundo fue hecha por aquel que fue un hombre de
dolores y experimentado en quebrantos. Una persona de mente
frívola nunca logrará nada bueno.
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La debilidad espiritual de muchos hombres y mujeres jóvenes
en esta época es deplorable porque podrían ser agentes poderosos
para el bien si estuvieran consagrados a Dios. Lamento grandemente
la falta de estabilidad de los jóvenes. Todos deberíamos deplorar
esto. Parece haber una falta de poder para hacer lo recto, una falta
de esfuerzo intenso para obedecer los llamados del deber antes que
los de la inclinación. En algunos parece haber poca fuerza para
resistir la tentación. La razón por la cual son enanos en las cosas
espirituales es porque no crecen espiritualmente fuertes mediante
el ejercicio. Permanecen quietos cuando debieran estar yendo hacia
delante. Cada paso en la vida de fe y del deber es un paso hacia el
cielo. Quiero oír grandemente en cuanto a una reforma en muchos
respectos tal como los jóvenes nunca han realizado hasta el momento.
Cada atractivo que Satanás puede inventar les es presentado en forma
insistente para volverlos indiferentes y descuidados hacia las cosas
eternas. Sugiero que los jóvenes hagan esfuerzos especiales para
ayudarse mutuamente a fin de ser fieles a sus votos bautismales y
para que prometan solemnemente ante Dios retirar sus afectos de
los vestidos y la ostentación.
Quisiera recordarles a los jóvenes que adornan sus personas y
usan plumas sobre sus sombreros que, a causa de sus pecados, la
cabeza de nuestro Salvador usó la vergonzosa corona de espinas.
Cuando dediquen tiempo precioso para ataviar su apariencia, recuer-
den que el Rey de gloria usó un manto sencillo, sin costuras. Ustedes
que se afanan en arreglar su persona, por favor tengan en mente que