Página 399 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Los diezmos y ofrendas
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ayudar a los pobres y fomentar el adelanto de su causa. Envía a
sus pobres como representantes suyos. Por las necesidades de estos
últimos, un mundo arruinado está obteniendo de nosotros talentos,
recursos e influencia, destinados a presentar a los hombres la verdad
por cuya falta perecen. En la medida en que atendemos estos pedidos
mediante nuestro trabajo y generosidad, nos vamos asemejando a
Aquel que por nosotros se hizo pobre. Al impartir, beneficiamos a
otros y así acumulamos verdaderas riquezas.
Ha habido en la iglesia una gran falta de generosidad cristiana.
Los que estaban en la mejor posición para hacer progresar la causa
de Dios, han hecho poco. Dios ha atraído misericordiosamente a una
clase de personas al conocimiento de la verdad para que apreciara el
inestimable valor de ésta en comparación con los tesoros terrenales.
Jesús les ha dicho: “Seguidme”. Las está probando con una invita-
ción a la cena que él ha preparado. Observa para ver qué carácter
adquirirán, y si considerarán que sus propios intereses son de mayor
valor que las riquezas eternas. Muchos de estos amados hermanos
formulan, por medio de sus actos, las excusas mencionadas en la
siguiente parábola:
“Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y con-
vidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a
los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una
comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacien-
da, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He
comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que
me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado
el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las
calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y
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los ciegos”.
Lucas 14:16-21
.
Esta parábola representa correctamente la condición de muchos
de los que profesan creer la verdad presente. El Señor les ha envia-
do una invitación a venir a la cena que él ha preparado para ellos
con gran costo de su parte; pero los intereses mundanales les pare-
cen de mayor importancia que el tesoro celestial. Están invitados
a participar en cosas de valor eterno; pero sus fincas, sus ganados
y los intereses de su hogar les parecen de importancia tanto mayor
que la obediencia a la invitación celestial, que superan para ellos