Página 403 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Los diezmos y ofrendas
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El fundamento del plan de salvación fue puesto con
sacrificio
.
Jesús abandonó las cortes reales y se hizo pobre para que por su
pobreza nosotros fuésemos enriquecidos. Todos los que participan
de esta salvación, comprada para ellos a tan infinito precio por el
Hijo de Dios, seguirán el ejemplo del verdadero Modelo. Cristo fue
la principal piedra del ángulo y debemos edificar sobre este cimiento.
Cada uno debe tener un espíritu de abnegación y sacrificio. La vida
de Cristo en la tierra fue una vida de desinterés: se distinguió por la
humillación y el sacrificio. ¿Y podrán los hombres, participantes de
la gran salvación que Cristo vino a traerles del cielo, negarse a seguir
a su Señor y compartir su abnegación y sacrificio? Dice Cristo: “Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos”. “Todo pámpano que en mí no
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lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para
que lleve más fruto”.
Juan 15:5, 2
. El mismo principio vital, la savia
que fluye a través de la vid, nutre los pámpanos para que florezcan
y lleven fruto. ¿Es el siervo mayor que su señor? ¿Practicará el
Redentor del mundo la abnegación y el sacrificio por nosotros, y
los miembros del cuerpo de Cristo se entregarán a la complacencia
propia? La abnegación es una condición esencial del discipulado.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Mateo
16:24
. Yo voy adelante en la senda de la abnegación. Nada requiero
de vosotros, mis seguidores, sino aquello de lo cual yo, vuestro
Señor, os he dado ejemplo en mi propia vida.
El Salvador del mundo venció a Satanás en el desierto de la ten-
tación. Venció para mostrar al hombre cómo puede vencer. Anunció
en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;
a predicar el año agradable del Señor”.
Lucas 4:18, 19
.
La gran obra que Jesús anunció que había venido a hacer fue
confiada a los que le siguen en la tierra. Cristo, como nuestra cabeza,
nos guía en la gran obra de salvación, y nos invita a seguir su ejemplo.
Nos ha dado un mensaje mundial. Esta verdad debe extenderse a
todas las naciones, lenguas y pueblos. El poder de Satanás debe ser
desafiado, y ser vencido por Cristo y también por sus discípulos.
Una gran guerra debe reñirse contra las potestades de las tinieblas. Y