Página 404 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
a fin de que esta obra se lleve a cabo con éxito, se requieren recursos.
Dios no se propone enviarnos recursos directamente del cielo, sino
que confía talentos y recursos a las manos de sus seguidores, para
que los usen con el fin de sostener esta guerra.
Él ha dado a su pueblo un plan para obtener sumas suficientes
con qué financiar sus empresas. El plan de Dios en el sistema del
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diezmo es hermoso por su sencillez e igualdad. Todos pueden prac-
ticarlo con fe y valor porque es de origen divino. En él se combinan
la sencillez y la utilidad, y no requiere profundidad de conocimiento
para comprenderlo y ejecutarlo. Todos pueden sentir que son capaces
de hacer una parte para llevar a cabo la preciosa obra de salvación.
Cada hombre, mujer y joven puede llegar a ser un tesorero del Se-
ñor, un agente para satisfacer las demandas de la tesorería. Dice el
apóstol: “Cada uno de vosotros aparte algo según haya prosperado,
y guárdelo”.
1 Corintios 16:2 (NRV)
.
Por este sistema se alcanzan grandes objetivos. Si todos lo acep-
taran, cada uno sería un tesorero de Dios vigilante y fiel, y no falta-
rían recursos para llevar a cabo la gran obra de proclamar el último
mensaje de amonestación al mundo. La tesorería estará llena si todos
adoptan este sistema, y los contribuyentes no serán más pobres por
ello. Mediante cada inversión hecha, llegarán a estar más vinculados
a la causa de la verdad presente. Estarán “atesorando para sí buen
fundamento para lo por venir” a fin de “que echen mano de la vida
eterna”.
1 Timoteo 6:19
.
Al ver los que trabajan con perseverancia y sistemáticamente que
sus generosos empeños tienden a alimentar el amor a Dios y a sus
semejantes, y que sus esfuerzos personales extienden su esfera de
utilidad, comprenderán que reporta una gran bendición el colaborar
con Cristo. La iglesia cristiana, por lo general, no reconoce el dere-
cho de Dios de exigirle que dé ofrendas de las cosas que posee, para
sostener la guerra contra las tinieblas morales que inundan al mundo.
Nunca podrá la causa de Dios progresar como debiera hacerlo antes
que los seguidores de Cristo trabajen activa y celosamente.
Cada miembro individual de la iglesia debe sentir que la verdad
que él profesa es una realidad, y todos deben trabajar desinteresa-
damente. Algunos ricos se sienten inclinados a murmurar porque la
obra de Dios se extiende y se necesita dinero. Dicen que no acaban
nunca los pedidos de recursos, y los motivos por solicitar ayuda se