Página 435 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Independencia individual
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prejuicio. Necesita estudiar cómo puede mostrarse aprobado ante
Dios, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse. Pregúntese
cuál es su disposición natural, qué carácter ha desarrollado. Debiera
esforzarse, como también todo ministro de Cristo, en practicar la
mayor vigilancia para no cultivar hábitos de acción, y tendencias
mentales y morales, que no quisiera que aparecieran entre aquellos
a quienes usted les está enseñando la verdad.
Se les ordena a los ministros de Cristo que sean ejemplos del
rebaño de Dios. La influencia de un ministro puede hacer mucho para
moldear el carácter de su pueblo. Si el ministro es indolente, si no es
puro en el corazón y en la vida, y si es hiriente, criticón, censurador,
egoísta, independiente y carente de dominio propio, en gran medida
enfrentará estos mismos elementos desagradables entre su pueblo, y
es un trabajo difícil poner las cosas en orden donde las influencias
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erróneas han creado confusión. Lo que se ve en su ministro producirá
una gran diferencia en cuanto al desarrollo de las virtudes cristianas
en la gente. Si su vida es una combinación de excelencias, aquellos
a quienes él conduce al conocimiento de la verdad mediante sus
labores, en gran medida, si verdaderamente aman a Dios, reflejarán
su ejemplo e influencia, porque él es un representante de Cristo. Así
el ministro debiera sentir su responsabilidad de adornar la doctrina
de Dios nuestro Salvador en todas las cosas.
Los mayores esfuerzos del ministro evangélico debieran ser
para dedicar todos sus talentos a la obra de salvar almas; entonces
tendrá éxito. Todo aquel que nombra el nombre de Cristo necesita
ejercer una disciplina sabia y vigilante; pero esto es esencial en un
sentido mucho más elevado para el ministro evangélico, que es un
representante de Cristo. Nuestro Salvador infundía temor por su
pureza y moralidad elevada, mientras que su amor y benignidad los
inspiraba con entusiasmo. Los más pobres y humildes no temían
acercarse a él; aun los niñitos se sentían atraídos a él. Les encantaba
subir a su regazo y besar su rostro pensativo, benigno y lleno de
amor. Usted necesita esta ternura amante. Debiera cultivar el amor.
Las expresiones de solidaridad y los actos de cortesía y respeto por
los demás no le restarán nada de su dignidad, sino que le abrirán
muchos corazones que ahora están cerrados contra usted.
Cristo fue precisamente lo que cada ministro debiera tratar de
ser. Debiéramos aprender a imitar su carácter y combinar la justicia