Página 446 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia
de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel”.
vers. 15
.
Ananías obedeció las indicaciones del ángel. Puso sus manos
sobre el hombre que hacía tan poco se movía impulsado por un
espíritu de odio profundísimo y que respiraba amenazas contra
todos los que creían en el nombre de Cristo. Ananías dijo a Saulo:
“Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por
donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del
Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas,
y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado”.
vers.
17, 18
.
Jesús podría haber hecho directamente toda esta obra en favor
de Pablo. Pero tal no era su plan. Pablo tenía un deber que cumplir
en lo referente a confesarse ante los hombres cuya destrucción había
premeditado, y Dios iba a encomendar una obra de responsabilidad
a aquellos a quienes había ordenado que actuaran en su lugar. Pablo
debía dar los pasos necesarios para su conversión. Se requirió de
él que se uniera al mismo pueblo que había perseguido por sus
creencias. Cristo da aquí a todo su pueblo un ejemplo de la manera
en que obra para la salvación de los hombres. El Hijo de Dios se
identificó con el cargo y la autoridad de su iglesia organizada. Sus
bendiciones debían transmitirse por intermedio de los agentes a
quienes había ordenado, vinculando así al hombre con el conducto
por medio del cual llegan sus bendiciones. El hecho de que Pablo
fuera estrictamente escrupuloso en su persecución de los santos, no
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le exime de culpa cuando el Espíritu Santo le revela la crueldad de
su obra. Debe aprender de los discípulos.
Supo que Jesús, a quien en su ceguera consideraba como impos-
tor, era en verdad el Autor y el fundamento de toda la religión del
pueblo escogido de Dios desde el tiempo de Adán y el Consumador
de la fe ahora tan clara para su visión iluminada. Vio a Cristo como
el que vindicaba la verdad, el que cumplía todas las profecías. Ha-
bía considerado a Cristo como quien anulaba la ley de Dios; pero
cuando el dedo de Dios tocó su visión espiritual, supo por los discí-
pulos que Cristo era el originador y fundamento de todo el-sistema
judío de sacrificios, y que en la muerte de Cristo la sombra se había
encontrado con la realidad, y que Cristo había venido al mundo con
el expreso propósito de vindicar la ley de su Padre.