Página 452 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
restaurada. Los intereses eternos del hermano B dependen de que
acepte y respete a los ayudantes y administradores que Dios se ha
complacido en colocar en la iglesia. Si él sigue un curso de conducta
de su propia elección, con el tiempo descubrirá que ha estado del
todo en una senda equivocada y que se ha engañado a sí mismo
para su ruina. Tomará primero un rumbo, luego otro, y sin embargo
después de todo perderá el único y verdadero camino que conduce
al cielo.
Hay miles que están viajando en el camino de la oscuridad y
el error, el camino ancho que conduce a la muerte, que se jactan
de que están en la senda que lleva a la felicidad y al cielo; pero
ellos jamás la encontrarán ni llegarán a su destino. El hermano
B necesita las ayudas que Dios ha colocado en la iglesia, porque
él no puede constituir una iglesia de sí mismo, y sin embargo su
curso de acción muestra que estaría satisfecho de ser una iglesia
completa, no estando sujeto a nadie. Hace tiempo que el hermano
B perdió su consagración a Dios; no cuidó las avenidas de su alma
contra las sugerencias de Satanás. Vi que los ángeles de Dios estaban
escribiendo sus palabras y acciones. Él se estaba alejando más y
más de la luz del cielo. Cuando la gracia de Dios no lo domina
a usted en forma especial, hermano B, usted es un hombre con
quien resulta difícil relacionarse. Tiene una gran confianza propia y
firmeza, mismas que se sienten en su familia y en la iglesia. Usted
tiene poca consideración y respeto por los demás. No posee la gracia
de la humildad.
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El hermano B regresó a esta costa en gran oscuridad; había
perdido su amor por la verdad y su amor por Dios. Lo dominaban
sus sentimientos naturales y era orgulloso. Se amaba a sí mismo, y
amaba el dinero más que a la verdad y a su Redentor. Se me mostró
que su comportamiento después que regresó al Occidente era un
deshonor para el nombre de los cristianos. Lo vi uniendo sus manos
con los alegres amadores del placer. Afligió a sus hermanos e hirió a
su Salvador y lo puso en vergüenza abierta ante los incrédulos. Vi
que desde ese momento no se complacía en el servicio de Dios ni en
el progreso de la verdad. Parecía poseer un celo para investigar las
Escrituras y diferentes autores, no para poder afirmarse en importan-
tes puntos de la verdad presente, que la providencia de Dios le había
provisto a través de hombres de su elección, sino para encontrar una