Página 464 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

460
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
corazón, Cristo es rechazado y su Palabra es despreciada en los
mensajeros de verdad a quienes él ha escogido y enviado. Esto tiene
una aplicación tan plena en esta época del mundo como la tuvo
cuando Cristo dio la instrucción a sus mensajeros escogidos.
Cuando Cristo estuvo sobre la tierra, había hombres que no
tenían respeto o cortesía por los mensajeros de Dios, ni más consi-
deración por sus amonestaciones que por el propio juicio de ellos;
también en esta época del mundo hay personas que tienen menos
respeto por el testimonio de los siervos escogidos de Dios que por
sus propias opiniones. Los tales no pueden beneficiarse con las labo-
res de los siervos de Dios, y no debiera perderse tiempo en degradar
la obra de Dios para enfrentar esas mentes. Cristo les dijo a los
siervos a quienes envió: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el
que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí,
desecha al que me envió”.
Lucas 10:16
.
Cristo da poder a la voz de la iglesia. “De cierto os digo que
todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.
Mateo 18:18
. No se
aprueba en absoluto que un hombre se ponga a hacer algo en base a
su responsabilidad individual y defienda los puntos de vista que él
escoge, sin tener en cuenta el juicio de la iglesia. Dios ha concedido
a su iglesia el supremo poder bajo el cielo. Es la voz de Dios en su
pueblo unido como iglesia, la que debe ser respetada.
Dios ha dado a su iglesia hombres que tienen una experiencia
especial: aquellos que han ayunado y llorado y orado, aun durante
toda la noche, para que el Señor abriese las Escrituras a sus mentes.
Con humildad estos hombres han dado al mundo el beneficio de
su experiencia madura. ¿Es esta luz del cielo, o de los hombres?
¿Es de algún valor, o es inservible? Al diseminar puntos de vista
erróneos acerca de la verdad bíblica, el hermano B está haciendo
una obra que algún día querrá anular; pero esto será en vano. Puede
arrepentirse, puede aun ser salvo como por fuego; pero, oh, ¡cuánto
tiempo precioso se habrá perdido que nunca podrá ser redimido!
¡Cuánta semilla ha sembrado que sólo ha producido zarzas y espinas!
[496]
¡Cuántas almas se han perdido que podrían haber sido salvadas si
él hubiera tratado de hacer brillar la luz con tanto fervor como ha
esparcido sus tinieblas! ¡Lo que podría no haber hecho si hubiera
sido una persona consagrada, santificada mediante la verdad! El