Página 465 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La confianza propia es una trampa
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hermano B se siente demasiado autosuficiente, demasiado rico y
lleno de bienes, como para ver su necesidad de algo. El Testigo
Fiel lo señaló y dijo: “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos”. Él no respeta la luz de la verdad
tan cuidadosamente expuesta en libros y revistas, sino que exalta su
propio juicio por encima de la luz más preciosa, y esta luz se elevará
en el juicio para condenarlo.
Vi que él se opondría a los hombres a quienes Dios ha conside-
rado conveniente confiarles la responsabilidad de su obra. Exaltaría
sus propias opiniones y puntos de vista por encima de la luz que Dios
había dado a través de ellos, y se jactaría de su conocimiento; y sería
un acusador de sus hermanos, sin exceptuar a los embajadores de
Cristo. Toda esta influencia altanera para empequeñecer el juicio de
los siervos de Dios y para acusarlos de debilidad y errores, exaltando
sus propias opiniones por encima de las de ellos, si no se arrepiente
de ello, se hallará escrita contra él en los libros, los que él verá con
vergüenza en el día de Dios.
Dios sostendrá a sus siervos, preservará a sus escogidos; pero
ay de aquel que invalida las palabras de los embajadores de Cristo,
que reciben la palabra de la boca de Dios para hablar a la gente y
que les dicen que la espada viene y los amonestan a fin de que se
preparen para el gran día de Dios. El hermano B encontrará que la
obra en la que ha estado ocupado no es algo de poca importancia o
trivial; es una obra que recaerá sobre su alma con peso aplastante.
Ha puesto su espíritu en oposición a Dios. Tiene ante sí una obra
difícil. Dijo Cristo: “Es forzoso que vengan escándalos, pero, ¡ay
del hombre que los ocasione!”
Mateo 18:7 (NRV)
.
Hermano B, hace tres años me fue mostrado el curso de conducta
que usted ha estado siguiendo. Vi que usted estaba equivocado en
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casi cada acto, y sin embargo trató de medir la verdad comparándola
con sus acciones en vez de medir éstas en relación con la verdad.
Usted no fue una luz para el pueblo de Dios, sino una terrible car-
ga. Usted no levanta cuando hay que levantar, y desanima a otros
para que no practiquen unidad de acción. Siempre está encontran-
do faltas y hablando de sus hermanos, y mientras usted ha estado
cuestionando la conducta de otros, un espeso crecimiento de malas
hierbas ha prosperado y enraizado profundamente en su corazón.
Esas raíces de amargura que han brotado, han contaminado a mu-