Página 476 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
tado? No conozco pecado mayor contra Dios que el de ocuparse
en el ministerio los hombres que trabajan guiados por el yo y no
por Cristo. Son considerados como los representantes de Cristo,
cuando no representan su espíritu en ninguna de sus labores. No ven
ni comprenden los peligros que acompañan los esfuerzos hechos
por hombres no consagrados, inconversos. Avanzan como ciegos,
deficientes en casi todo y sin embargo llenos de confianza propia
y autosuficientes, caminando en la oscuridad y tropezando a cada
paso. Son cuerpos de tinieblas.
Hermano E, usted tiene ideas estrechas, y su trabajo tiende a
rebajar antes que a elevar la verdad. Esto no es porque usted no
tenga capacidad. Usted podría haber sido un buen obrero, pero es
demasiado indolente como para hacer el esfuerzo necesario a fin de
lograr el objetivo. Usted más bien prefiere regañar de un modo duro
y arrogante a los que difieren con usted antes que tomarse el trabajo
de elevar el tono de su trabajo. Usted asume determinada opinión,
y luego, cuando es puesta en tela de juicio, no es suficientemente
humilde como para ceder sus ideas aunque se demuestre que están
equivocadas; pero se mantiene en su posición independiente y se
aferra firmemente a sus ideas cuando es esencial que haga una
concesión que se le requiere como un deber. Usted se ha aferrado
obstinada e inflexiblemente a su propio juicio y opiniones a expensas
de las almas.
Hermano E, su posición firme y su voluntad fuerte y decidida
para llevar adelante sus puntos de vista a toda costa fue sentida y
deplorada por su esposa, y la salud de ella sufrió en consecuencia.
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Usted no fue amable y tierno con esta sensible hija de Dios; su
espíritu fuerte avasalló la disposición más suave de su esposa. Ella
se lamentó por muchas cosas. Usted podría haber hecho más feliz su
vida si hubiera tratado; pero procuró que ella viera las cosas como
usted las veía, y, en vez de tratar de adaptarse a su temperamento
refinado, usted trató de adaptarla a su naturaleza más tosca y a sus
ideas extremas. Ella fue doblegada en su naturaleza y no pudo actuar
por sí misma. Se marchitó como una planta trasplantada a un suelo
desagradable.
No debiera tratar de moldear las mentes y caracteres según su
modelo, sino que debiera permitir que su propio carácter fuera mol-
deado tras el Modelo divino. Si este mundo estuviera compuesto de