Página 479 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Verdadero refinamiento en el ministerio
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Leer libros en forma rápida y superficial atasca la mente y hace
que usted llegue a ser un dispéptico mental. Usted es incapaz de
digerir y usar ni la mitad de lo que lee. Si leyera con un objetivo en
vista para mejorar la mente, y si leyera sólo tanto como la mente
puede comprender y digerir, y perseverase pacientemente en dicho
curso de lectura, se lograrían buenos resultados. Usted, como tam-
bién otros ministros, necesitan asistir a la escuela y comenzar como
un niño a dominar las primeras ramas del conocimiento. Usted no
puede leer, ni deletrear, ni pronunciar correctamente, y sin embargo
no hay sino pocos que han tenido menos exigencias y menos cargas
de responsabilidad que usted.
La responsabilidad de nuestros ministros requiere salud del cuer-
po y disciplina de la mente. Buen sentido común, nervios vigorosos
y un temperamento alegre recomendarán al ministro evangélico
en cualquier parte. Estas cualidades debieran buscarse y cultivarse
perseverantemente.
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Hasta el momento su vida no ha sido provechosa. Usted tiene
algunas ideas muy buenas, pero el Espíritu de Dios no mora en
su corazón. No está vivificado por su poder, y no tiene genuina
fe, esperanza y amor. El Espíritu de Cristo morando en usted lo
capacitaría para tomar de las cosas de Dios y revelárselas a otros.
Usted no puede ser de ningún beneficio para la causa de Dios hasta
que la obra de un fiel ministro de Cristo esté mas exaltada en su
mente. A usted le falta un propósito en su vida para hacer el bien,
como hizo Jesús. La abnegación y el amor que usted manifieste en
esta obra se revelarán en las vidas y los caracteres de otros.
Usted debiera deshacerse tan pronto como sea posible de su for-
malidad fría e insensible. Necesita cultivar sentimientos de ternura
y amabilidad en su vida diaria. Debiera exhibir verdadera cortesía
y urbanidad cristiana. El corazón que realmente ama a Jesús ama a
aquellos por quienes él murió. Tan ciertamente como la aguja apunta
al polo, así el verdadero seguidor de Cristo, con un espíritu de labor
ferviente, tratará de salvar almas por las cuales Cristo ha dado su
vida. El trabajar por la salvación de los pecadores mantendrá cálido
el amor de Cristo en el corazón y dará a ese amor un crecimiento
y desarrollo debidos. Sin un conocimiento correcto de la volun-
tad divina habrá una falta de desarrollo armonioso en el carácter
cristiano.