Página 511 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Liderazgo
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Se necesitan hombres independientes, esforzados, no hombres
tan impresionables como masilla. Los que desean que su trabajo se
adapte a sus conveniencias, que quieren una cantidad fija para hacer
y un salario fijo, y que desean demostrar que son enteramente aptos
para el trabajo sin tomarse la molestia de adaptarse o entrenarse, no
son los hombres a quienes Dios llama para trabajar en su causa. La
persona que no puede adaptar sus aptitudes a casi cualquier lugar
cuando la necesidad lo requiere, no es el hombre para este tiempo.
Los hombres a quienes Dios vinculará con su obra no son flojos y
sin espina dorsal, sin músculo o fuerza moral de carácter. Es sólo
mediante esfuerzo continuo y perseverante que los hombres pueden
ser disciplinados para desempeñar una parte en la obra de Dios.
Estos hombres no debieran desanimarse si las circunstancias que los
rodean son muy desfavorables. No debieran abandonar su propósito
y pensar que han fracasado por completo hasta llegar al punto de
convencerse fuera de duda que no pueden hacer mucho por el honor
de Dios y el bien de las almas.
Hay hombres que se jactan de que podrían hacer algo grande
y bueno si tan sólo las circunstancias fueran diferentes, mientras
que no hacen uso de las facultades que ya tienen, trabajando en los
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puestos donde la Providencia los ha colocado. El hombre puede
crear sus circunstancias, pero las circunstancias no debieran modelar
al hombre jamás. El hombre debiera apoderarse de las circunstancias
como sus instrumentos con los cuales trabajar. Debiera dominar las
circunstancias, pero nunca debiera permitir que ellas lo dominen.
La independencia y el poder individual son las cualidades que se
necesitan ahora. No necesita sacrificarse el carácter individual, sino
que éste debiera ser ajustado, refinado y elevado.
Se me mostró que mi esposo debe dejar las responsabilidades
que otros estarían contentos que él llevara porque así se liberan de
muchas dificultades. El juicio alerta y el claro discernimiento de
mi esposo, que ha obtenido a través de la preparación y la práctica,
lo han inducido a asumir muchas cargas que otros debieran haber
llevado.
Hermano A, usted es demasiado lento. Debiera cultivar las cuali-
dades opuestas. La causa de Dios demanda hombres que puedan ver
rápidamente y actuar en forma instantánea en el momento correcto
y con poder. Si usted espera para medir cada dificultad y pesar cada