Página 513 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Liderazgo
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venza la indolencia. Hay momentos cuando se necesita cautela y
cuidadosa reflexión; actuar en forma arrebatada sería insensato. Pero
aun ahí se ha perdido mucho debido a una vacilación demasiado
grande. Se requiere cautela, hasta cierto punto; pero la vacilación y
la prudencia en ocasiones particulares han sido más desastrosas que
lo que habría sido un fracaso debido a la precipitación.
Mi hermano, usted necesita cultivar la prontitud. Deseche su
manera vacilante. Usted es lento y descuidado para emprender el
trabajo y completarlo. Debe abandonar esta manera estrecha de
trabajar, porque corresponde a un sistema de tiempo equivocado.
Cuando la incredulidad se apodera de su alma, su trabajo es tan
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vacilante, inseguro, fluctuante, que no logra nada e impide a otros que
lo hagan. Usted tiene suficiente interés como para ver las dificultades
e iniciar las dudas, pero carece del interés o del valor para vencer
las dificultades o despejar las dudas. En momentos tales necesita
rendirse a Dios. Necesita fuerza de carácter y menos terquedad
y obstinación. Esta lentitud, esta pereza de acción, es uno de los
mayores defectos en su carácter, y es un impedimento para que
llegue a ser útil.
Su lentitud para tomar decisiones en relación con la causa y la
obra de Dios es a veces dolorosa. No es en absoluto necesaria. La
acción pronta y decidida puede lograr grandes resultados. Usted
generalmente está dispuesto a trabajar cuando se siente con predis-
posición para ello, listo para actuar cuando puede ver claramente
qué es lo que debe hacerse; pero falla en prestarle a la causa ese
beneficio que podría darle si fuera expeditivo y decidido en el mo-
mento crítico, y si venciera el hábito de la vacilación y la demora
que ha marcado su carácter y retardado grandemente la obra de Dios.
En casos de grandes crisis, a menos que sea vencido, este defecto
resultará desastroso para la causa y fatal para su propia alma. Deben
adquirirse la puntualidad y la acción decidida, porque usted no tiene
esas cualidades. En la guerra y las batallas de las naciones a menudo
se gana más con un buen liderazgo en la acción rápida que con un
encuentro intenso y mortal con el enemigo.
La capacidad de hacer negocios con prontitud, y sin embargo
hacerlos en forma cabal, es una gran adquisición. Mi hermano,
usted realmente sintió que su conducta cautelosa y vacilante era
recomendable, que era más bien una virtud que un error. Pero por